• 17/04/2022 00:00

Buscando a Jesús en los libros

“Algunos eruditos, sin tener argumentos, han hecho ver que Jesús era antijudío, pero, obviamente, la evidencia apunta a que Jesús era un ejemplo de su propia cultura, [...]”

El lector común que inocentemente va a una librería o a una biblioteca en busca de libros sobre Jesús, es posible que se meta en una maraña de puntos de vista contrapuestos y al final salga más confundido que cuando entró. Porque la realidad es que hay que distinguir entre el antiguo Jesús judío (que puede ser en parte o incluso en gran parte irrelevante para los problemas modernos) y un Jesús moderno que nos habla directamente y nos ayuda a aclarar la confusión que existe en este mundo confuso.

Pero también puede ser que al entrar a leer libros sobre Jesús obtengamos de manera milagrosa una luz que nos ilumine y nos permita entender la inmensa colección de ideas que se desprenden de la lectura de libros sobre la vida de Jesús y sus principios.

Para mí, que nací dentro de una familia religiosa y que toda mi vida he girado en torno a la doctrina jesuita, puedo compartir algunos componentes sobre Jesús que son importantes para sentir y entender estos tiempos de Cuaresma.

(1) Jesús era completamente judío, con un excelente conocimiento de las Escrituras hebreas, y estaba inmerso en los temas que surgen de esas Escrituras.

(2) No se opuso deliberadamente a la Ley de Moisés; ni rechazó la opinión de que el Dios de Israel es el único Dios del mundo, que había escogido a los israelitas para que fueran su pueblo especial. Jesús aceptó la visión judía fundamental del Pacto y la Ley, aunque pudo haber tenido debates y desacuerdos sobre aspectos de la Ley, que de hecho abundaban en su época.

(3) Jesús fue un profeta que predicó la llegada inminente del Reino de Dios. El fin de los tiempos en el judaísmo del primer siglo no fue la disolución del universo, sino un cambio decisivo en el mundo, marcando el comienzo de una nueva era y estableciendo el reino de Dios en todo el mundo, paz en la Tierra y abundancia de comida y bebida para todos.

(4) Jesús enseñó el perfeccionismo ético, es decir, el comportamiento apropiado para el Reino de Dios.

(5) No enseñó sobre sí mismo, sus títulos ni sus pertenencias; sin embargo, sí fue explícito sobre su relación con el Padre.

(6) En estilo, hizo uso de aforismos (“poner la otra mejilla”) y parábolas (el Reino de Dios es como...).

(7) Era un sanador y hacedor de milagros de un tipo bien conocido en el judaísmo (y relacionado con los realizadores de hechos maravillosos en otras culturas). El tipo más común de curación atribuido a Jesús es el exorcismo.

(8) De la manera común a muchos profetas, empleó no solo palabras, sino también gestos simbólicos para transmitir su significado. Uno de estos fue volcar las mesas en el templo, lo que con frecuencia se toma como una predicción de su destrucción venidera, tal vez preparatoria para su reconstrucción por parte de Dios.

(9) Fue crucificado por orden de Poncio Pilato, el prefecto romano de Judea, poco después de la Pascua.

(10) Los discípulos de Jesús y otros creyeron que Dios lo resucitó de entre los muertos, y comenzaron un nuevo movimiento judío, basado en la expectativa de su regreso, que finalmente se extendió a los gentiles.

Sin duda, para estudiar a Jesús hay que entender primero el judaísmo y preguntarnos cómo era el judaísmo palestino del primer siglo. La respuesta a esta pregunta determina el abanico de posibilidades para la reconstrucción del Jesús histórico. Es cierto que Jesús se opuso a algunos aspectos de la cultura judía, pero eso no significa que no era judío. Algunos eruditos, sin tener argumentos, han hecho ver que Jesús era antijudío, pero, obviamente, la evidencia apunta a que Jesús era un ejemplo de su propia cultura, comprometido con las típicas preocupaciones de su gente y concentrado en resolver los problemas graves de su tiempo.

Además, muchos de los puntos de vista recientes sobre Galilea, Judea y Nazaret se basan en evidencia de los siglos tercero y cuarto y la imponen a los eventos de la primera mitad del primer siglo.

Ojalá que estos tiempos de reflexión sirvan para que los panameños abramos un libro sobre la vida de Jesús y entendamos su cultura judía. Entre los más destacados que se han escrito de manera convincente sobre el judaísmo palestino en los días de Jesús y que han visto a Jesús completamente inmerso en esa cultura, podemos mencionar a Jesús de Nazaret de Joseph Klausner (1925); Jesús de David Flusser (1969); En el juicio de Jesús de Paul Winter (1961); Jesús el judío (1973), Jesús y el mundo del judaísmo (1983) y La religión de Jesús el judío (1993) de Geza Vermes; y De Jesús a Cristo de Paula Fredriksen (1988).

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