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En el continente americano existe solamente un canal interoceánico, el de nuestro Panamá. Imagina que eres capitán del buque portacontenedores Mensabé 3; arribas al Canal de Panamá, navegas con rumbo norte y en ocho a diez horas has cruzado hasta el otro mar, del Pacífico al Atlántico o del Atlántico al Pacífico. Sin perder un minuto sigues tu bitácora hasta el destino final, sin prisa y sin pausa, el Mensabé 3, con 7.000 contenedores a bordo, arriba a Londres, Bangkok, Indochina, Japón...
En América abunda publicidad torcida, falsa y maliciosa pescando con el anzuelo de negocios millonarios, montando sistemas de transporte de costa a costa como el Corredor Interoceánico del istmo de Tehuantepec. No es un canal, es una ferrovía trazada en giros para tocar varios poblados del istmo mexicano, Donaji, Medias Aguas, Chivela, Ixtepec, etc. El trayecto del tren a otra, otra y otra ciudad funciona sin mucho problema, pero los “emprendedores” buscan capitalistas para montar en esa ruta el negocio de operar buques portacontenedores. Te convencen de que está habilitado el puerto de Salina Cruz en el océano Pacífico y el puerto de Coatzacoalcos en el Caribe, con suficiente calado, muelles, grúas de cañón, patios y galeras para operar y movilizar la carga que transportan los buques portacontenedores y... esto es puro cuento. La distancia lineal del Pacífico al Caribe es de 300 kilómetros, la distancia real sube a 1.000 km debido a la montañosa y agreste topografía del trayecto, los trenes deben pasar la Sierra Madre del Sur en Oaxaca o la Sierra Madre de Chiapas. Recuerda que en cada cruce de puerto a puerto el tren puede transportar un máximo de 250 contenedores. De modo que es imposible financiar los dos terminales portuarios con el ritmo de trenes que a máxima capacidad deben completar 14 vueltas de uno al otro mar para mover medio cargamento del primer buque portacontenedores; en puro ejercicio logístico, como negocio ese proyecto no es viable. Soñadores y embaucadores apuestan con dinero ajeno, todo es posible y nada es imposible, excepto la proeza de mover contenedores sobre una línea férrea montañosa cruzando imaginarios trenes de ensueño con pesadas nubes cargadas de billetes rosaditos. Espera un momento ... Perdona la interrupción, el mensajero del diablo acaba de mandar un fax, dice que la empresa quebró antes de completar la primera vuelta... ¡Oh...!
Otro teatral espejismo es el nuevo canal de Nicaragua, ubicado en el centro del Arco Volcánico Centroamericano, que en tiempo presente muestra actividad de las ardientes montañas del San Cristóbal y La Concepción. El Telica, Cerro Negro, Masaya, Momotombo esperan turno junto con el volcán Orosí calladito al lado de la frontera de Costa Rica; en positivo son cerros de caliente humor que por sus vistosas fumarolas atraen visitas turísticas. No dudo que en un futuro incierto nuestros amigos nicas olviden noches con desvelos y pesadillas, superando el temor a terremotos y erupciones volcánicas. Tampoco hay duda de que para esta aventura un gobierno de fuerza como la pareja de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo puede obtener apoyo con billetes sobrantes de la alcancía de Xi Jinpin, más el premio extra de amargar la próxima partida de golf de Donaldo. La pareja feliz, junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, mostrarán los recién planchados planos del nuevo canal, rociados con champaña criolla, elotes asados, pinolillo y cantos de sirenas. El canal Ortega-Murillo tiene una longitud de 445 kilómetros lineales, desde el puerto de Corinto en el Pacífico hasta Bluefields en el Caribe y esta vez se salvó el lago Cocibolca porque la nueva propuesta está más al norte, atravesando el lago Xolotlán cerca de la frontera de Nicaragua con la República de Honduras... ¿Ok?
La última aventura canalera en América es del presidente Gustavo Petro. Un proyecto sensato y factible para desarrollo colombiano; se trata de combinar un ferrocarril entre las regiones de Turbo y Cupica con el trecho navegable del río Atrato a través de la serranía del Baudó. El proyecto no pretende ser un canal interoceánico, tiene macizos montañosos más altos que los del istmo de Tehuantepec. No dudamos que los paisas, nicas y colombianos, tendrán éxito para desarrollar extensas regiones de sus respectivos países, ávidos del progreso que corre parejo con vías fluviales, ferrocarriles y carreteras. Excelentes obras que ya ustedes saben, no pueden competir con el Canal de Panamá. Queda explicado y sabido que en ocho a diez horas el buque Mensabé con 7.000 contenedores a bordo cruzó el canal y acto seguido el buque siguió navegando sin prisa pero sin pausa rumbo al país y puerto de destino final de sus contenedores. Un momento... perdona la interrupción, el mensajero del Diablo acaba de mandar otro fax, dice que el portacontenedores Mensabé ya arribó y descargó en Indochina... ¡Oh...! Fin.