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- 10/11/2017 01:00
Capira: poblado más antiguo de Panamá Oeste
La reciente demolición de la centenaria iglesia parroquial de Capira nos debiera recordar que este poblado colonial en la actual provincia de Panamá Oeste es el más antiguo de los fundados por Gobiernos de la Audiencia y Cancillería Real de Panamá, creado como municipio indígena hace casi cuatro siglos, precisamente durante el reinado del monarca español Felipe IV (1605-1665).
De hecho, le tocó al presidente-gobernador y Capitán General de Tierra Firme, don Álvaro de Quiñones Osorio y Miranda (Marqués de Lorenzana) fundarla el 15 de mayo de 1628 como ‘población nueva de los de Coclé', o sea, como un pueblo de indios, con el pomposo nombre de San Isidro de Quiñones de Capira.
Cabe recordar que en Panamá, como en otras colonias españolas americanas, el proceso de urbanización colonial también utilizó el modelo de ‘pueblo de indios' o ‘cabeceras de doctrina', para facilitar su conversión al cristianismo, su dominación y la recaudación de tributos, como reflejo de la teoría legal vigente que contemplaba una separación social y política entre la ‘república de españoles' y la ‘república de indios', ambas bajo tutelaje del monarca español, muy estrictamente reguladas a través de su Consejo de Indias, controladas y fiscalizadas por funcionarios reales en América.
De este modo, San Isidro de Quiñones de Capira (su nombre original) se convierte en el más antiguo asentamiento urbano de Panamá Oeste, antecediendo por muchos años la fundación de Arraiján, La Chorrera, Chame y San Carlos, siendo inclusive una comunidad más vieja (por 45 años) que Panamá la Nueva, fundada en 1673.
En época colombiana se le abrevió su nombre quitándole el de su santo patrono y el apellido de su fundador, aun así, Capira a secas refuerza la identidad propiamente capireña de esta iglesia hoy desaparecida.
Entonces, la figura dominante del cura doctrinero asumía muchas veces el papel de gobernante de la comunidad, no solo en materia eclesiástica y espiritual sino además cultural y benéfica, ayudando a la integración funcional de los grupos que la componían —blancos, negros, indios y todas sus variantes.
Todo esto pone en relieve las sabias palabras de Jorge Ruiz de Santayana: ‘Un pueblo que no recuerda su historia se condena a recaer siempre en los mismos errores'.
Para los panameños la historia no ha sido objeto de profunda reflexión ni practica constante, con obligadas excepciones. El descuido de nuestro patrimonio histórico salta a la vista en Portobelo, San Lorenzo el Real, los fortines darienitas, el Camino de Cruces, las murallas del Casco Antiguo y un largo etcétera.
Por suerte, desde la creación del Patronato Panamá Viejo, ese conjunto ha corrido mejor suerte y también las iglesias del Casco Antiguo después de la creación del Comité Arquidiocesano Amigos Iglesias Casco Antiguo (Caica), a pesar de las múltiples críticas que les ha llovido, en especial con la restauración de la Catedral Metropolitana.
La imagen y lo visual forman parte intrínseca de la historia y de los recuerdos, sean estos el nombre original de un pueblo o de su iglesia centenaria.
EXDIPLOMÁTICO