• 14/08/2020 00:00

Chin Carrizo, un polifacético del arte y la cultura

“Los méritos del reconocimiento, la gratitud de la herencia […], […], la superación de la contagiosa paternidad por el autodidacta Chin, significan […] la estrella guía, la célula nutriente y móvil del patriotismo”

“Todo lo que se origine en lo auténtico y contribuya al enriquecimiento intelectual y espiritual será considerado como perteneciente al arte y la cultura, sencillamente eso fue lo que hizo Joaquín “Chin” Carrizo Núñez, explotar su intelecto desde su infancia, donde proyectó una visión constante en la búsqueda de algo nuevo para el pueblo, para los asociados, fue un aventurero e investigador empedernido en saber cosas del Más Allá, de allí podemos mencionar aportaciones positivas a través de su itinerario de materializaciones concretas en las artes musicales, industriales y manuales, en la pintura cuya especialización fue el género típico-costumbrista; para el campesino, inventó una herramienta para uso agrícola llamada “Multilabor”, traía machete, pala, coa, rastrillo, gancho. También un sistema móvil de trapiche para la hoy floreciente industria de la caña; constructor de violines, bandurrias y otros instrumentos. Diseñó la fachada de la iglesia de Ocú, la cual conserva una estructura revestida con piedra en láminas, la Posadas San Sebastián, igual que residencias y edificios de la capital. La obra emprendida ha quedado como ejemplo de la creatividad del ser humano, es un referente de identidad para los ocueños y forma parte de las prácticas artísticas valoradas como patrimonio cultural de la nación.

Colaboró decididamente en el afianzamiento y profundización de numerosas ciencias del saber, recordamos el descubrimiento en julio de 1949, en la comunidad de Los Remedios, de fósiles de animales prehistóricos de la época del hielo o pleistoceno, también aportó de nuestra naturaleza territorial, plantas y objetos raros que sirvieron de estudio, al Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés).

Abrió el camino a la mayor explotación turística de nuestros valores interioranos, de allí la creación de la Posada San Sebastián, para albergar a los turistas americanos y europeos que venían en busca de nuevas oportunidades en el conocimiento artesanal, social y campo musical.

En sus inspiraciones melódicas expresó con verbo elocuente y sencillo nuestra idiosincrasia: “Una noche en Ocú / yo perdí el corazón / una linda ocueñita, trigueña y bonita / me lo cautivó”. Pero es que Chin creció observando la montunita de mi tierra, que bajaba del Tijera o cerro Largo, a las fiestas de la copatrona santa Rosa o del patrón san Sebastián, por eso destacaba en su inspiración: “Adiosito que me voy / para mi tierra querida / donde me espera mi amor / donde gozaré la vida / … Ay, manito Juan, Yo me voy pa' Ocú. De nuestro paisaje plasmó con bello romanticismo inspiraciones folclóricas de nuestra música autóctona: “Yo tengo mi ranchito / que es tan bonito / el más bonito nido de amor. / Allá en la enredadera, / mi amor, te espera / la primavera llena de amor”. Sus viajes en avioneta con su primo Herminio Carrizo, hacia Ponuga, le sirvieron para inspirarse en los arrozales, cañaverales y el bello ambiente de la región, “Estaban floreciendo los cañales / brillan cual oro los arrozales / me dijo mi montunita que quiero / te juro, amor, jamás te olvidaré/.

Otra de su estrofa también destaca a la mujer pueblerina de mi tierra, señalando “Florecen las chavelitas / que tu manita sembró / claveles y margaritas / recuerdos de nuestro amor”.

Justo mencionar a su primo de sangre, Dagoberto “Yin” Carrizo, que, a través de los arpegios musicales, ambos supieron conjugar las mejores notas convertidas en armonía, para darlas a conocer ante las naciones del mundo, plasmadas en verdaderos iconos de atracción, popular, el pueblo las acogió y las aceptó. Julia fue, sin duda alguna, la pieza musical que lo traspoló a otras naciones, se destaca que son tres los panameños que el Gran Combo de Puerto Rico les ha interpretado sus creaciones, Francisco Ramírez (Sentimientos del alma), Isaías Barrios (Regalo el corazón), y Joaquín “Chin” Carrizo (Julia).

En función de su desarrollo, expresó, con el esfuerzo de su intelecto, la perseverancia, iniciativa, creatividad y fe, que solo él era capaz de aportar, superar y testimoniar su tesonera labor de dejarnos un legado imperecedero ante el sagrado altar de la patria.

Los méritos del reconocimiento, la gratitud de la herencia aportada a sus potencialidades, el ejemplo resplandeciente del trabajo, de sacrificio, la superación de la contagiosa paternidad por el autodidacta Chin, significan para nosotros los panameños la estrella guía, la célula nutriente y móvil del patriotismo.

Cuando las fiestas tradicionales del Manito Ocueño estaban en lo más importante de la etapa, el Todopoderoso llama, el 19 de agosto de 1973, a la figura del ilustre panameño autodidacta Joaquín “Chin” Carrizo Núñez, quien supo conjugar en su polifacética existencia las cualidades y virtudes que le adornaron en su creativa obra artística que perdurará por siempre.

El doctor Herminio Carrizo, primo de Chin, en uno de los artículos dedicados a su pariente, señala lo siguiente: “(A) Chin se le ocurrió morirse cuando estaban de fiesta, celebrando el Manito, un diecinueve de agosto de 1973. Había mucha gente de afuera, participando en las festividades folclóricas; se quedaron boquiabiertos al ser testigos de un fenómeno colectivo inaudito. En un momento dado Ocú estaba de fiesta, como solamente Ocú sabe hacerlo. En cuestión de minutos todo el pueblo se sumió en el silencio, como si el pueblo mismo hubiese muerto”.

Docente, periodista y gestor cultural.
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