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- 18/09/2022 00:00
China: dictadura o democracia
Para afrontar el acertijo propuesto por el título de este artículo es necesario primero exigirle al pasado milenario chino una respuesta del porqué de su realidad actual y, a la vez, pedirle a su presente contemporáneo, formado por una visión materialista-dialéctica desde 1949, su significado del futuro.
Lo cierto es que quizá sea más fácil descubrir su grandeza nacional como ápice de una civilización moderna, repasando el pasado de la vieja China o dilucidando su futuro socialista, que acertar sobre el carácter de su gobernanza actual, democrática o no, en su acepción occidental.
Entre muchos historiadores de cualquier tendencia o nacionalidad sigue abierto el tema: ¿cuándo precisamente comenzó su modernización, llevándola al establecimiento de la República Popular de China (RPC), el primero de octubre de 1949?
El punto de partida preferido por fuentes occidentales es la primera Guerra del Opio Anglo-China (1839-42), mientras que otras corrientes más tradicionalistas, tomando en cuenta sus 4 mil años de historia, sitúan este comienzo en el Siglo XVI, con la llegada de los Jesuitas y demás europeos, coincidiendo con la transición entre las dinastías Ming (1368-1643) y la Ching (1644-1911) de los Manchús.
Por supuesto, la concepción mundial “materialista-dialéctica” de historiadores de la China popular, basada en las contradicciones internas de las sociedades humanas, definen varias etapas del periodo moderno de China, para ellos iniciado a mediados del Siglo XIX, abarcando los siglos XX y XXI, para darnos la Nueva Era Democrática Revolucionaria de la China actual.
Así vemos que el centenario Partido Comunista de China (PCC), fundado el primero de julio de 1921, está a la vanguardia de esta revolución democrática, cuyos líderes y miembros a todos los niveles, utilizando la práctica socialista china y su realidad objetiva, actualizan cada 5 años el liderazgo e ideología del PCC a través de su Congreso Nacional.
Estas actualizaciones periódicas, además de adecuar el pensamiento teórico a su constitución partidista, incluyen documentar allí las prioridades más recientes de su gobernanza nacional y las nuevas estrategias acumuladas durante ese previo proceso quinquenal.
El 16 de octubre próximo, el PCC celebrará su XX Congreso Nacional en Beijing, donde 2,300 delegados debidamente elegidos por los 95, millones miembros del partido (el más grande del mundo) darán su visto bueno a una serie de adecuaciones consensuadas previamente sobre desarrollo económico, el imperio de la ley, política exterior y seguridad interna y externa, consecuente con los principios de un “socialismo con características chinas” recientemente adoptados por el XIX Congreso de 2017.
Para las democracias occidentales, esas mismas características chinas desmienten la existencia de un gobierno democrático en China por ser socialista, a pesar de su eficiente selección y organización.
Siguiendo este proceso de selección, en octubre 2022, tras propuesta del Politburó, el XX Congreso confirmará al Secretario General Xi Jinping como Líder Supremo del PCC, cargo partidista que le asegurará su elección, el próximo marzo 2023, por 5 años más, como presidente de la República Popular China, por los 2,980 legisladores de la Asamblea Popular Nacional de la China popular (APNRPC).
Paralelo al Partido Comunista de China, existe un extenso engranaje de gobernanza estatal, con poderes legislativos, ejecutivos, judiciales y militares, más una Fiscalía Suprema Popular y una Comisión Nacional de Supervisión contra la corrupción, gobierno nacional definido como centralismo democrático por su constitución nacional de la cual ha habido 4 versiones (1954, 1975, 1978, 1982) con varias enmiendas.
Su extenso territorio de 9.6 millones de kilómetros cuadrados está dividido en 22 provincias, 5 regiones autónomas, 2 regiones administrativas especiales; y estás, a su vez, en prefecturas y distritos, como en cualquier otro país republicano.
Pero la enormidad y complejidad de los más de 1.4 mil millones de habitantes de esta inmensa y milenaria nación, crea un reto en su búsqueda de un buen gobierno: su remedio ha sido una democracia socialista, siendo esto prueba de la extraordinaria fortaleza y resiliencia de su gente para proyectarse hacia el futuro.