• 24/06/2009 02:00

Comprender el cine

Las experiencias, enseñanzas y hábitos que se adquieren en los primeros siete años de vida, suelen permanecer de manera prolongada en nu...

Las experiencias, enseñanzas y hábitos que se adquieren en los primeros siete años de vida, suelen permanecer de manera prolongada en nuestra personalidad. Si este perfil se profundiza durante la adolescencia, esos rasgos se constituyen en un sello que da una identidad para el resto de la vida.

Cuando era niño, mi madre solía llevarme al cine, porque era una de sus aficiones. Vi una considerable cantidad de películas de acción en los cines del barrio, pero también en el cine Tropical, dramas mexicanos que eran los preferidos de mi progenitora.

Al llegar al Instituto Nacional, fue Roberto Morgan quien me estimuló la cinefilia, con la particularidad de que estudiábamos el cine. El cine club institutor fue una escuela alterna a lo que se aprendía en las aulas. Pero también con frecuencia nos reuníamos un grupo y con el famoso presidente del organismo cultural, íbamos al cine Cecilia a ver las cintas —por lo general europeas— que se exhibían en esa sala.

Aparte de esto, tenía mi propia formación, pues una vez a la semana, iba en las tardes al cine Hispano en avenida A y allí se podía ver casi todo el Bergman que venía al país; además unas cuantas películas italianas y algo del cine francés de la “nouvelle vague”.

Tanto el festival de cine que se organizaba una vez al año, como los foros que hacíamos en el Salón Claret y otras salas especialmente adecuadas para tal fin, fueron los modelos de un trabajo cultural que se desarrollaba para los interesados en estos afanes. Una vez que llegué a la universidad, pude impulsar primero el Cine Club Universitario y luego colaborar en establecer el Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU). La posibilidad de presentar festivales de cine de ciertos países, fue un nuevo nivel en esta experiencia universitaria con ciclos de Cuba, Chile, Unión Soviética, Italia, México y de África, entre otros con la posibilidad de traer a cineastas al país. Realizadores como Pastor Vega de Cuba, Stoyanov Bigor de Bulgaria, Sarah Maldoror de Guinea Bissao y Gerardo Vallejos de Argentina, son nombres que se guardan en la memoria.

Es por eso que cuando se perciben iniciativas como los cursos de formación cinematográfica que durante varios años ha desarrollado la Fundación EnRedArte y que permiten a —sobre todo— jóvenes escuchar a expertos hablar del cine, su lenguaje, sus modalidades, apreciar cintas de probada calidad y tener la posibilidad de dialogar con realizadores, sabemos que se siembra un importante valor y sensibilidad artística.

Este curso, realizado cada año con el auspicio de la Embajada de España, ha contribuido a crear en los jóvenes una inclinación hacia la cinefilia, y comprensión crítica de una de las actividades de ocio más frecuentes en la ciudadanía panameña. Ir al cine es ahora un entretenimiento ligado al enriquecimiento cultural. Luego de 11 sábados, el curso habrá recorrido algunos de los temas fundamentales del cine: guión, su historia, producción, edición, fotografía y otros aspectos imprescindibles para la cabal comprensión de una obra cinematográfica.

Una juventud con una formación cultural de este tipo, puede darnos la pauta para esperar ciudadanos más capacitados para comprender su realidad histórica.

-El autor es periodista, escritor y docente universitario.modestun@yahoo.es

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