• 07/12/2017 01:00

Coima, soborno o donación, todos van al mismo cajón

Quizás dirá alguien que existió tráfico de influencia, pero ¿qué sucede con el dinero solicitado y pagado?

El primer error que se comete en política es negar algo que sí existió. No es lo mismo mentir en otros ámbitos no tan ásperos como el político, donde se escudriña e incluso se malinterpreta cualquier error o traspiés que se comete. Esto especialmente, si se refiere al recibo de dinero entorno a una campaña presidencial y en una época de constantes cuestionamientos por saber la procedencia del dinero.

Para nadie es un tabú que todas las campañas, óigase bien, todas, reciben de alguna forma dinero sucio, pues la intención del donante es esa, donar, como sea o con lo que sea, pero donar es su objetivo y más si quien recibe o se beneficia se entera que recibió donaciones. Hay excepciones en las cuales algunas donaciones pueden llegar a no ser detectadas o percibidas por el beneficiario, pero normalmente esto no ocurre cuando el monto sobrepasa las cifras de cinco a seis ceros.

¿Cómo diferenciar una coima de una donación? Es fácil, diría uno, pues quien no está en el Gobierno no tiene poder de decisión para influir en algo, y por ende no puede recibir un pago o una coima. Por el contrario, sí puede recibir una donación como aporte, lo que no es malo, siempre y cuando dicha donación no sea devuelta en forma de contrato a quien entregó la misma, pues en ese momento se convierte en coima prepago, es decir que ‘te la di por si llegas a ganar'.

De ahí la prohibición que debe existir de que ningún donante de campaña ocupe cargo público, o sea beneficiario de contratación pública por cualquier vía, por parte del Estado. Bajo esa premisa se puede entender que alguien dona porque cree en un candidato o un plan de Gobierno, del cual no recibirá beneficio alguno, más allá de la transparencia en el manejo de los fondos públicos. Y, en todo caso, el beneficio más directo que espera recibir es una educación de altura, seguridad ciudadana, vivienda digna y empleo.

Lo cierto es que una donación, por más loable que se le quiera ver, levanta suspicacia, primero si viene de un contratista del Estado activo, de un contratista cuestionado por corrupción o de una empresa extranjera que, por su condición de tal, triangula dinero para hacerlo llegar como si fuera dinero local. Segundo, cuando ese donante es adjudicatario de contratos con el Gobierno al cual ‘donó'. Por eso hay donantes profesionales que le apuestan a todos los candidatos.

El soborno no es más que la configuración del delito, cuando un funcionario exige a cambio de otorgar una adjudicación, contrato u orden de proceder dinero a cambio. Ahí entra también el caso de funcionarios que retrasan la entrega de documentos y pagos hasta que la empresa le entregue dinero u objetos a cambio. Así podemos deducir que la coima puede ser voluntaria y el soborno es mediante coacción u obligado.

Lo cierto es que coima, soborno y donación, todos van al mismo cajón. En política no se diferencia cuando detrás del gesto está la búsqueda de un beneficio. Es como el diputado que va a la Corte Suprema de Justicia a pedir a un magistrado amigo un favor personal para otra persona o empresa, pero luego ese diputado le cobra a la tercera persona diciéndole que es para pagar al magistrado que hizo el supuesto favor. ¿Ahí que tendríamos? ¿Una coima, una donación o un soborno? Tomando en cuenta que el magistrado nunca cobro, pero hizo un favor. Quizás dirá alguien que existió tráfico de influencia, pero ¿qué sucede con el dinero solicitado y pagado? Fue una coima o un soborno.

En definitiva, entre más transparencia a la hora de recibir donaciones, más claridad a la hora de dar explicaciones. Está de más recordar esa frase que dice ‘el que quiere hacer negocio que se vaya a la empresa privada', pues entre manzanas azules, taquilla, Odebrecht, PAN, comida deshidratada y demás bestias de la corrupción, ya es hora de que efectivamente los parientes, amigos y donantes sean solo eso mientras ejercemos cargos de mando y jurisdicción.

Así veo las cosas y así las cuento.

ABOGADO

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