• 26/05/2022 00:00

Cuantificando las demoras

Me estoy refiriendo a las demoras injustificadas que sufren diariamente los automovilistas, pasajeros de transporte público y personas en general. ¿Alguien ha cuantificado el monto de estas demoras? ¿Cuánto se pierde por razón de las mismas?

Con frecuencia observo proyecciones y cálculos que se hacen sobre las consecuencias de huelgas, guerras, calamidades, desastres naturales, etc. Es cuestión de escuchar los noticieros de televisión y de la radio y percatarse que un huracán o terremoto causó daños que se estiman en una suma considerable de dinero.

Pero hay otros acontecimientos cotidianos, quizás menos sensacionales, que también producen pérdidas y daños a miles de personas. Definitivamente no tienen la trascendencia ni el impacto de hechos de mayor importancia, pero esto no quiere decir que no produzcan perjuicios y daños.

Me estoy refiriendo a las demoras injustificadas que sufren diariamente los automovilistas, pasajeros de transporte público y personas en general. ¿Alguien ha cuantificado el monto de estas demoras? ¿Cuánto se pierde por razón de las mismas? Si se hiciera una cuantificación nos asombraríamos al ver cantidades millonarias. ¿Si estas demoras se eliminaran o mitigaran en cuanto se beneficiaría la sociedad productiva y el país en general? ¿Cuánto vale una hora que un padre o madre de familia no puede estar con sus hijos por una demora injustificada? ¿Cuánto vale el esfuerzo adicional que tiene que hacer un trabajador para tomar un transporte público a las 4 o 5 de la madrugada? ¿Cómo podría ese trabajador usar el tiempo perdido para descansar o para dedicarlo a otras actividades?

Por supuesto que muchas demoras no pueden evitarse. Pero diariamente veo demoras que podrían evitarse si las autoridades o las entidades que causan estas demoras tuvieran más conciencia y responsabilidad hacia los demás. Con frecuencia sufrimos interrupciones cuando vamos conduciendo nuestro automóvil por razón de una reparación en la calle o avenida, la cual se pretende efectuar precisamente en las horas de mayor congestionamiento vehicular. Seguramente hubiera podido efectuarse esta reparación en un día domingo o día festivo. ¿Quién decide o controla el día y hora que una reparación u otra interrupción se va a producir? La mayoría de las personas piensan que las autoridades encargadas del tránsito deben encargarse de planificar, implementar y supervisar el proceso de demoras e interrupciones, tanto en la circulación vehicular como en otras situaciones similares.

No se justifica que un usuario o contribuyente tenga que esperar varias horas cuando presenta un reclamo al Idaan o hace una gestión ante la DGI.

¿Alguna autoridad pública se ha atrevido a calcular en dólares y centavos que cantidad de dinero perdemos por estas demoras? ¿Quién es el que pierde? Pareciera que somos todos y esto hace que sea más necesario e imperativo que se actúe para eliminar o mitigar las demoras y se evite o disminuya el prejuicio innecesario.

Si a alguna persona le toma dos horas el viaje de ida y dos horas el viaje de vuelta a su trabajo todos los días, ¿cuánto ganaría esta persona si se logra disminuir el tiempo de su trayecto a una hora de ida y una hora de vuelta? La pregunta, por supuesto, es si ¿estamos suficientemente civilizados para que nuestras autoridades se percaten de la problemática de las demoras y actúen para planificar y supervisar, a fin de lograr un mayor beneficio para todos los que convivimos en la misma comunidad?

Me parece que la solución a este problema no es tan complicada. No se necesitan esfuerzos extraordinarios para tomar medidas que eviten las demoras, antes de que estas sucedan. Lo que pasa es que nuestras autoridades se hacen de la vista gorda y pareciera que no les importa cómo se afecta a miles de personas y se producen pérdidas millonarias. Han logrado convencer a la mayoría de que las demoras son inevitables y están fuera del control de las autoridades. Pero esto es falso, porque la mayoría de las demoras pueden ser previstas, parcialmente controladas y supervisadas por las propias autoridades que nos quieren hacer ver que son inevitables. Hay que ser más responsables y por este medio hago un llamado a las autoridades.

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