• 24/03/2022 00:00

Decodificando valores: imperialismo ( 1)

“Son estos sentimientos de “grandeza” los que Putin y compañía han explotado para iniciar esta invasión invocando un tipo de eslogan al estilo “make Russia great again”, tal como hizo Hitler con la población alemana [...]”

Simplemente, el imperialismo es la ideología de expansión del poder sobre otras tierras y pueblos, conseguida comúnmente con la guerra. Sobre el escenario bélico se ostentan los más extremos valores humanos, desde el poco valor por la vida hasta la valiosísima solidaridad. Los ucranianos obviamente están defendiéndose, pero no solo sus vidas, sino su forma de vivir, libres e independientes. En Rusia rige hoy una extrema represión, falta de libertad de expresión y corrupción, medios de control de una moderna monarquía imperialista. Los ucranianos, por el contrario, quieren vivir libres y conectados al occidente. Prueba de esto fue la elección de Zelensky, el antipolítico y cosmopolita artista, quien Putin consideró, equivocadamente, huiría ante el primer balazo. Pero Zelensky se ha comportado como un verdadero líder buscando ayuda por todos lados, con el apoyo de su pueblo ucraniano, el cual se está sacrificando para preservar su estilo de vida, moderno y capitalista. El pueblo ruso ha aceptado la autocracia con poca resistencia y es posible que por ello vaya a pagar un alto precio.

Esta invasión no debe haber sorprendido a quienes entienden la situación y mentalidad rusa. Durante el siglo 19 y principios del 20, áreas menos desarrolladas, como los países bálticos y los países de la península balcánica, cambiaban de manos como prostitutas hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, cuando los mapas se “estabilizaron”, dividiendo al mundo occidental en dos ideologías -la comunista y la liberal. Para ese entonces, Rusia se posiciona como el mayor país del bloque soviético y comunista, como potencia mundial, no menos que Estados Unidos.

Pero durante las siguientes décadas pasaron dos procesos paralelos: la hegemonía mundial de los liberales, liderada por Estados Unidos, la cual gozó de éxito, popularidad y de una mejor calidad de vida, mientras los pueblos comunistas se estancaron en la pobreza y desidia, concluyendo que la utopía comunista simplemente no correlaciona con nuestra naturaleza humana. Cualquiera persona que visite Berlín hoy notará la diferencia entre la ciudad comunista y la liberal. En 1989, la mayoría de los pueblos comunistas se integró a la mentalidad liberal, entre ellos Rusia. Inclusive los chinos la han abandonado parcialmente. Otros países, como Cuba y Corea Norte continúan, pero es cuestión de tiempo que esto cambie.

Del experimento comunista salió la gran mayoría de rusos empobrecidos y desalentados con unos pocos, los infames “oligarcas”, distribuyéndose entre sí la “riqueza pública”, creando en el pueblo ardores de desigualdad y frustración. Tan solo 10 años después, Putin toma el poder, el cual ha logrado mantener a partir de la promesa que regresará al país a sus días de gloria como potencia mundial, la era del Sputnik y Yuri Gagarin. Y Putin ha tratado esto por todos los medios. Así Rusia “fue elegida” anfitriona de las olimpiadas de invierno en el 2014 y luego del Mundial en 2018, eventos para los cuales invirtió una inmensa cantidad de dinero. Pero en el concurso para la sede del Expo en 2020 y 2025, Rusia perdió. Para el Expo del 2030 (la exposición comercial más grande del mundo) Moscú fue escogida como anfitriona, decisión que no ha cambiado por ahora. Pero la hegemonía rusa no se limita a estos campos. Rusia ha tratado de liderar las listas de medallas en casi todo evento deportivo, permitiendo el uso ilegal de drogas, quedando oficialmente fuera de las últimas olimpiadas.

Son estos sentimientos de “grandeza” los que Putin y compañía han explotado para iniciar esta invasión invocando un tipo de eslogan al estilo “make Russia great again”, tal como hizo Hitler con la población alemana en los años treinta del siglo pasado y la que explotó como excusa para invadir a Polonia en 1939, comenzando la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo el pueblo ruso ha permitido esto? La renuncia al comunismo ruso no significó la renuncia a la dependencia y reverencia por la autoridad absoluta, aquella que los gobernó por 45 años, pero bien habrá comenzado mucho antes. Desde el imperialismo de “emperadores” como Pedro el Grande, hasta Vladimir Lenin y Stalin. Recordemos estos últimos fueron crueles líderes responsables por la muerte de millones y aun así son reverenciados hasta hoy. Así entendemos el pueblo ruso, a diferencia de Europa oeste, la tradicionalmente gobernada por reyes o profetas (la autoridad sanguínea o divina), se desarrolló bajo una autoridad militarista, hambrienta por una expansión “insatisfecha”, a pesar de varios intentos antes y después de las dos guerras mundiales. Pero, si esta “sed imperialista” existe desde hace siglos, ¿qué los ha llevado en el 2022 a actuar nuevamente para sofocarla? En mi opinión, la decisión se tomó con la confluencia de cuatro condiciones: la económica, el auge de la mentalidad imperialista, la oportunidad y la presión interna. Explico estas condiciones en la segunda parte de este artículo.

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