• 12/03/2023 00:00

Detrás de los cuatro velos del caso Remón (1955) (I)

“Toto Remón: el Caín que yo no hubiera querido tener de hermano. Horas después de que su hermano fue enterrado en plaza Amador, se le acercó a Guizado a imponer su norte”

A estas alturas, son contados los recuentos de lo que nos podemos apoyar de quienes realmente mandaron a matar a Remón aquella noche en el alumbrado palco presidencial en el Hipódromo Juan Franco. Mis piedras angulares, a la fecha, son la magistral obra del defenestrado presidente Guizado y la del virtuoso Carlos Iván Zuñiga (ambas disponibles gratuitamente vía BINAL.COM). Para mí es suficiente la confesión de la amenazada diputada suplente Serafina de Higuero de que corrieron sobres de $3k (¡valor 1955!) a cambio de votar contra el recién presidente sucesor Guizado por no cooperar con mis supuestos cuatro sospechosos detrás del magnicidio.

El asesinato fue gestado localmente y no por extranjeros. A Lucky Luciano no le molestó el embargo de un barco en Colón harto en narcóticos vis a vis la decena que pasaron anteriormente sin problema alguno gracias a Remón; los CPA dirían “costs of doing business”.

Al Pentágono, a Langley y a Eisenhower no le convenía un Remón muerto. Él le fue útil al Coloso durante el tratado binacional y en ponerle coto, temporalmente, al dramáticamente lucrativo oligopolio de narcóticos hacia EUA, generado desde la Comandancia y ciertas prendas miembros del patriciado dentro del Club Unión cuando estaba en San Felipe.

Uno de mis sospechosos llegó a ser presidente de nuestra república, debido al andamio compuesto de embustes que le montaron a Guizado. ¿Mis cuatro sospechosos? La viuda Cecilia Pinel de Remón, el Caín de Toto Remón, el comandante Lilo Vallarino y el presidente Dicky Arias.

CECILIA PINEL: deportista nadadora, nacida en 1916 de un afluente matrimonio, pero su padre murió joven. Conoció allí al ecuestre Remón en los Centroamericanos (1936). En sus tres años como primera dama abrió trochas para el bienestar de los menos privilegiados. Al sol del día de hoy ninguna primera dama la ha eclipsado. Sin embargo, levanté mi sospechosa pestaña al ver que mientras Guizado la ayudaba a continuar siendo primera dama, esta “lady” graznaba en su contra tras bastidores.

Por años he recibido en mi monitor documentos desclasificados de la CIA, muchos “fake”, pero uno me decía que Remón no solo padecía de cirrosis mortal, pero que estaba tramitando divorcio de Cecilia. Con el magnicidio, Pinel terminó siendo millonaria y luego se casó con un plantillero abogado “Zonian”, para luego ambos morir en EE. UU.

Toto Remón: el Caín que yo no hubiera querido tener de hermano. Horas después de que su hermano fue enterrado en plaza Amador, se le acercó a Guizado a imponer su norte. No solo quería que fuese nombrado ministro de Gobierno, sino que se le aprobara un préstamo personal de $400k para su camaronera y jamás fue pagado por el acreditado (¡el Dr. Abraham Saied aprendió buco allí!). Una vez Dicky Arias sucede a Guizado el préstamo es aprobado y el caprichoso de Toto es nombrado ministro de Gobierno. Existen declaraciones sobre que Toto entorpeció investigaciones del magnicidio y nadie chistó.

Ingeniero en sistemas y telecomunicaciones.
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