• 21/03/2012 01:00

Día Mundial del Agua, mañana en Panamá...

M añana, 22 de marzo, es el Día Mundial del Agua. ¿Cuántos lo celebraremos entusiasmados y, en cambio, cuántos asomarán un gesto de frus...

M añana, 22 de marzo, es el Día Mundial del Agua. ¿Cuántos lo celebraremos entusiasmados y, en cambio, cuántos asomarán un gesto de frustración justificada? ¿Cuántos querrán manifestar su protesta por tratarse de una ilusión inaccesible, un derecho que se les niega? Lamentablemente en nuestro Panamá de hoy, con tantas ostentaciones y abundancias, serán muchos los sufridos quejosos, quizás aún más que los complacidos y satisfechos.

Resulta que para las Naciones Unidas, que hace diez años instituyó ese día para reflexionar sobre el peligro de la escasez mundial de agua, es vital que los países y gobiernos tomen medidas para proteger los recursos hídricos subterráneos y superficiales, prevenir su mal uso y desperdicio, y dotar de agua potable a quienes no la tienen. La ONU anuncia que, de los 6,000 millones de personas que habitamos la Tierra, 1,200 viven en áreas en donde físicamente escasea el agua, mientras que otros 1,600 también se ven privados por falta de infraestructuras que la distribuyan a la población. El cambio climático, las inundaciones y las sequías aceleran la escasez para el consumo humano y la producción de alimentos; pero también lo hace el hombre mediante el desperdicio, la desertización, la deforestación, la contaminación, y la sobreexplotación de los recursos hídricos.

Se vaticina que en el futuro el acceso al agua resultará más valioso que el petróleo de la actualidad y que las sociedades pelearán por ello. El secretario general de la ONU ha advertido que: ‘La escasez de agua contribuye a las condiciones de extrema pobreza, provocando privaciones sociales e impidiendo el desarrollo, creando tensiones en regiones conflictivas. Con demasiada frecuencia, donde hace falta agua, encontramos armas’. Solamente hay que ver en los acuerdos de paz entre Israel y sus vecinos cómo el acceso al agua es una de sus condiciones importantes.

En Panamá experimentamos similares problemas a los identificados a nivel mundial. Tenemos 500 ríos y 51 cuencas hidrográficas, pero no abastecemos de agua potable a la población como sería deseable. Resulta irónico que en el Canal de Panamá se lancen al mar 52 millones de galones de agua dulce con cada nave que transita por el Canal, siendo que aproximadamente 13,000 barcos lo hacen anualmente. Total, casi 700 mil millones de nuestra agua dulce, cada año; salvo que el Canal significa una operación económica importantísima para todos.

En los centros urbanos el abastecimiento es irregular o descontrolado; en otras áreas el desabastecimiento es endémico. En David, Chitré, Penonomé, Las Garzas de Pacora, Arraiján, en la Zona Libre de Colón, Casco Antiguo, etcétera, hay quejas continuas por razones que siempre se repiten. El sector agropecuario se queja de que los sistemas de riego, tan necesarios para garantizar la producción de alimentos, sobre todo en el Arco Seco y Chiriquí, no funcionan adecuadamente; mientras, en la Comarca de los Ngäbe Buglé hay manifestaciones contra los daños causados por la construcción indiscriminada de represas.

Ya se anuncia la necesidad de invertir mil millones de balboas en los próximos años para solucionar los problemas de desabastecimiento de agua potable en toda la República. Pero no se trata solamente de arrojar dinero en abundancia, porque la solución exigirá mucho más: una administración despolitizada e independiente, verdaderos técnicos a todos sus niveles, firme voluntad del Ejecutivo, transparencia prístina en la utilización de los fondos que se inviertan, coordinación efectiva con responsabilidades claramente definidas para las posibles entidades involucradas —IDAAN, MINSA, ANAM, ASEP, ARAP, ACP, MEF— para garantizar la eficiencia del recurso.

Celebremos el Día del Agua, mañana. Eso sí: pensemos en los que no tienen y no pueden celebrarlo.

EXDIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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