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- 24/04/2021 00:00
Día Mundial del Libro
Ayer, 23 de abril, se celebró el Día Mundial del Libro, en honor a tres grandes de la literatura universal, Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Al escuchar en los medios de comunicación las bondades de la lectura y la riqueza del idioma español para expresar nuestras ideas, nos sentimos motivados, porque desde hace algún tiempo estamos promoviendo la Fundación “El Árbol del Libro”, que acabamos de ingresar al Registro Público, para que obtenga su personería jurídica.
La Unesco escoge todos los años la Capital Mundial del Libro, correspondiéndole este año a Tiflis, capital de Georgia, que es un país soberano de Asia Occidental y Europa del Este, pero en Iberoamérica hemos tenido este título en Madrid, Bogotá y Buenos Aires. En Panamá, si nos propusiéramos como meta alcanzar ese galardón, aunque no lo logremos, significaría un avance cultural.
En ese andar, para lograr crear la Fundación, hemos vencido los trámites burocráticos y ya estamos próximos a constituirnos en una organización para promover la lectura. En ese camino hemos recibido voces de aliento, la Universidad Tecnológica Oteima, que ha impulsado este proyecto y, dentro de sus instalaciones, tiene un árbol que simboliza la Fundación, a la academia universitaria, cuyos profesores, cuando les explicaba el proyecto, me decían que no continuara, que era suficiente con lo que habían escuchado y que esto crearía una revolución cultural en Panamá.
Tenemos personas que están dispuestas a donar libros para que otros los puedan compartir, igual las editoriales tienen interés en apoyar este proyecto, pero necesitamos sumar más voluntades y todo aquel que se identifique con la cultura, encuentre la forma de hacerlo a través de esta Fundación.
En la vida tenemos que ser soñadores y tenemos que insistir para que otros se apropien de estos sueños y las ideas no desvanezcan. Nos imaginamos ver en nuestras plazas o lugares públicos, un árbol del libro simbólico, donde podamos tomar un libro sin ninguna restricción, que los padres acompañen a sus hijos, hacer de este sitio un entorno cultural, donde haya conferencias, tertulias, cuentos, círculos de lectores, y presentación de libros.
La lectura es algo maravilloso, es la que nos ayuda a ser elocuentes en nuestro discurso, a utilizar la palabra correcta para unir conceptos, evita la repetición de conceptos, que crea un efecto da cacofonía. Gabriel García Márquez, luego de haber escrito “Amor en los tiempos de cólera”, se comprometió no usar más adjetivos terminados en ¨mente¨, ya que, en un párrafo de diez palabras, si seis terminan en mente, crea una distorsión en lo que escuchamos.
Cuando le preguntaron a un dirigente internacional por qué no escribía sus discursos, este le contestó: “Para mí lo importante es el parto de las ideas, decir lo que parte del alma, sin que haya traducción y que otros interpreten lo que quiero decir”. Es una lástima que veamos voceros gubernamentales leyendo documentos, cuando deben tener la suficiencia elocuencia para poder explicar lo que son sus responsabilidades. Les aseguro que, si ha sido un buen lector, no tendría problema en hacerlo.