La dictadura Ortega – Murillo

“Vale más la vida de un insecto que la de un rebelde”, Maximiliano Hernández (dictador salvadoreño).

América Central y el Caribe han sido gobernados por grandes matones, de la talla de Maximiliano Hernández en El Salvador, como Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, el escalofriante general Jorge Ubico en Guatemala, de Francois Duvalier “Papa Doc” y su hijo “Baby Doc”, junto con los Ton-Ton Macout en Haití, la dinastía de los Somoza en Nicaragua, que se inició en 1937 y cuyo último de la estirpe de estos sátrapas fue Anastasio “Tacho” Somoza, derrocado por los sandinistas, el 17 de julio de 1975.

Dentro de esta lista de genocidas despiadados debemos incluir a Daniel Ortega, “El Carnicero” y su compañera Rosario Murillo, “La Chayo”, ambos con una escala de valores en la cual las vidas y bienes de sus prójimos ocupan un nivel indigno de tomarse en cuenta; cometiendo todo tipo de desmanes, en complicidad con el crimen organizado y de sus obedientes sicarios.

Las diabólicas tentaciones de Rosario Murillo, que se cree vidente y revela los arcanos del futuro en tazas de chocolate, en el universo infinito de las barajas y en la ceniza de los tabacos que, haciendo gala de su destreza insólita, las trampas electorales y la desaparición de sus enemigos, les han servido para mantenerse en el poder. Sagaces e inescrupulosos ambos, han logrado una mancuerna para incrustarse en el poder por años; removiendo todos los obstáculos que se le han impuesto en el camino.

Ortega asciende al poder cuando la Junta y el Consejo de Estado sandinista empiezan a desintegrarse. Su hermano Humberto lo recomienda como la ficha imparcial, ante las pugnas intestinas internas del sandinismo, ya que este tirano no fue nunca un activo combatiente en la guerra, más bien una figura débil, a diferencia de otros miembros como Carlos Fonseca, Dora Téllez, Tomás Borgés y el célebre Edén Pastora; todos ellos comandando columnas que combatieron junto al FSLN. Ortega y su compañera, megalómanos abominables de nuestro continente, establecieron un régimen dictatorial hispano-americano en pleno Siglo XXI, que representa una vergüenza; caracterizándose por esos rasgos caribeños llenos de rapacidad y crueldad sin límites e instaurando una dictadura con perfiles de espanto. Este tirano inmisericorde, lleva gobernando Nicaragua con mano de matarife más de quince años en este segundo periodo y mantiene una fiera vigilancia hacia la población; llegó a las encumbradas alturas del poder, luego de pasar siete años en un presidio infecto de la cárcel de Managua. Fue derrotado primero por Violeta Barrios de Chamorro con el partido UNO y nuevamente frente a Enrique Bolaños y el indecente de Arnoldo Alemán, con quien después pactó una alianza que le permitió finalmente regresar al poder, luego de dieciséis años de oposición.

La persecución de estos gobernantes sanguinarios, de una crueldad inenarrable, se ha centrado no solo contra la población nica, asesinando a más de trescientos cincuenta nicaragüenses, sino secuestros a religiosos, como al sacerdote Sebastián López, al obispo Rolando Álvarez, al sacerdote Oscar Benavides, a la expulsión del nuncio Sommertag, como también a jesuitas y a la congregación de monjas. Cualquier ciudadano con voz crítica, cualquier organización que enfrente al régimen es perseguido y encarcelado. Ortega y su mujer, se han propuesto el aniquilamiento a cualquier amenaza al régimen, profanado, sin contemplaciones, templos, amenaza de muerte a sacerdotes y feligreses. Toda esta crueldad que han ejercido con falta de escrúpulos y delirio, a su población y a la Iglesia, la han realizado con carácter de escarmiento preventivo, intentando domesticar y frenar la tendencia critica que se manifiesta en los inconformes.

Nicaragua es un país seriamente cuestionado en el contexto internacional, conformado por un pueblo indómito y valiente; curioso destino el que les espera a este dictadorzuelo y a su amada esposa.