• 24/07/2011 02:00

Diego Domínguez Caballero

Murió el Maestro, pero en el país equivocado. El autor de tres ensayos sobre la educación panameña, y su obra doctoral EL SER PANAMEÑO, ...

Murió el Maestro, pero en el país equivocado. El autor de tres ensayos sobre la educación panameña, y su obra doctoral EL SER PANAMEÑO, no pudo alcanzar meritoriamente el Ministerio de Educación, tampoco la Colina de Méndez Pereira, de una inteligencia reflexiva brillante, me confesó ser ateo, ‘y yo que había pensado en usted como un católico creyente a ultranza’. ‘Pues no, cómo se ha equivocado’, me replicó.

Durante varios años, en el espacio de radioperiodismo llamado Parámetro Informativo, yo lo saludaba al alba con la frase, ‘me escucha y me honra con su audiencia el primer filósofo de Panamá, el ilustre pensador Diego Domínguez Caballero’... Nunca me imaginé que mis tertulias matutinas tuvieran algún valor, hasta cuando Monseñor Sebastián Laboa y el Dr. Domínguez Caballero, me lo calificaron.

Dos sabios, era suficiente para seguir hablando al alba de los asuntos panameños de entonces.

Los diarios panameños ocupados en las trivialidades de la elección de un presidente de la Asamblea de Diputados, o en el triunfo de los pateadores de la bola de caucho y aire, no se ocuparon de la muerte del ilustre pensador y menos ahora que la enseñanza de la Filosofía está agónica en el Nuevo Currículum. Dios escuche al Dr. Diego Domínguez Caballero, y los sabios de Cárdenas, iluminados por la gran sacerdotisa del Opus Dei, revoquen tremendo retroceso.

La muerte del primer filósofo panameño nos hará pensar en el camino infinito de la escuela panameña, una República, nacida al socaire del Imperio, y que continúa bajo el paraguas del Pentágono, puede aun afirmar su impronta en el concierto de naciones libres, soberanas e independientes, sería la mejor manera de honrar al Maestro.

*PERIODISTA.

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