La Dirección de la escuela en Semana Santa

Recién había iniciado el año escolar cuando entró Natanael, un niño de V grado, a la Dirección de la escuela de La Ensillada de La Peña, en la provincia de Veraguas, con un hermoso ramo de rosas de Jericó rosadas, las más bellas y olorosas de las flores.

La directora Esperanza, se alegró y le preguntó a qué se debía su alegría y la belleza. Él le respondió:

“¿Maestra, recuerda qué semana estamos iniciando?”. Ella reflexionó y comentó: “Tienes razón: estamos recordando la Semana Mayor, la Semana Santa”.

María, una de las estudiantes, del mismo grupo, buscó su Santa Biblia y les invitó a que prestaran atención: “Miren”, les dijo: “La semana pasada, el maestro José nos invitó a buscar el significado de lo que nos enseña el apóstol San Mateo, 24: 37, nos llama a reflexionar el significado, y nos dice: “La venida del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé”…”.

La directora les ayudó a recordar que Jesús volverá y que debemos prepararnos como Noé, ese valioso varón que educó a toda su familia en el amor a Dios y al prójimo, pero mucha gente a cambio de imitar las hermosas cualidades y sus talentos, le decían que estaba loco. Noé insistía en enseñar a la gente a vivir respetándose, amándose, ayudándose unos a otros, a alegrar la vida de los niños, a enseñar el trabajo productivo, el respeto y amor a Dios, pero la mayoría de la gente se burlaba de sus enseñanzas. Estaban llenos de envidia y odio; lo criticaban, cada vez más. Entonces Dios le pidió a Noé que hiciera con paciencia un gran barco, que colocara toda clase de animales y a su familia, para salvarlos, por cumplir su voluntad. Noé hizo lo que Dios le solicitó, y cuando todo estaba, como el Padre le pidió, inició un fuerte diluvio que ahogó a toda esa gente mal intencionada, haragana, egoísta, mal hablada, vulgar. Solo se salvaron los animales y la familia de Noé.

La directora y los estudiantes resumieron que después de que Dios enviara a muchos profetas, como Juan el Bautista, quien enseñó con su testimonio de vida humilde, pues se vestía con la piel de animales, para protegerse del frío, mientras llegaba de una comunidad a otra. Quiso enseñar a vivir a la gente en el amor a Dios y al prójimo en ambientes de justicia; y algunos sensatos le prestaban atención, otros se burlaban de él y lo mataron.

Natanael destacó que sus flores eran para recordar que Dios nos regaló a su único hijo, Jesús, para que nos enseñara a vivir la justicia y el amor, y después de entrar a la ciudad de Jerusalén triunfante, con las flores de su pueblo, lo mataron, clavado en una Cruz, los egoístas, injustos y malvados; pero al tercer día, el Hijo de Dios venció la muerte y resucitó, para enseñarnos a vencer.

Dejó dirigiendo a la Iglesia al apóstol Pedro, quien nos enseña el gran valor de la fe, como certeza de la existencia del amor y la justicia, con nuestro prójimo o hermanos y para que nos preparemos para recibir a Jesucristo en su segunda venida, y así nos enseña Pedro, 1:7: “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. Y Juan en su Primera Carta nos recuerda que: “DIOS ES AMOR”.