• 29/03/2010 02:00

Don Gustavo, el megalómano

Cada hombre llega al mundo con un destino signado. En su desarrollo y crecimiento espiritual y profesional aplica habilidades, se rodea ...

Cada hombre llega al mundo con un destino signado. En su desarrollo y crecimiento espiritual y profesional aplica habilidades, se rodea de los mejores y hace lo necesario para ser recordado cuando el ciclo inexorable de vida deba cumplirse. La historia recoge muchos ejemplos que son modelos a seguir y que perduran para ejemplo de las presentes y futuras generaciones.

En el caso que nos ocupa, me referiré a un personaje a quien debo reconocer una admiración reverencial por su manera de conducirse, por los retos profesionales que ha logrado enfrentar, además de haber guardado siempre normas de conducta pública que no tienen nada que criticar. Ese personaje a quien me refiero es don Gustavo García de Paredes.

Quien considera que por lo meritoria de sus ejecutorias debe ser inmortal en el cargo que ocupa actualmente, que es de rector de nuestra primera casa de estudios, la Universidad de Panamá. Nadie pone en duda  su trayectoria como profesor y luego como rector. No dejo de valorar su trayectoria como funcionario público durante el gobierno de los militares, a quienes sirvió con una lealtad, sin precio ni duda.

Creo que ya la historia lo tiene ubicado en su justa dimensión por sus ejecutorias. Pero ahora observo a un Gustavo García de Paredes lleno de soberbia, embuído de una postura cuasi divina, que se jacta de pensar que “ el único que puede conducir los destinos de la casa de Méndez Pereira es él ”, por eso, aspira a sangre y fuego a lograr una reforma a los estatutos que le permita recibir el apoyo de los grupos radicales a quienes siempre ha apoyado, de profesores a quienes ha beneficiado con cátedras, tiempos completos y horarios privilegiados. De los sectores administrativos a quienes les incrementa salarios y los “ pone a vivir ”, como dicen en los propios pasillos del claustro educativo, para que se mantengan en la línea de incondicionales a su persona.

Así por el estilo, don Gustavo tiene ahora mismo una estructura personalista, que le alimenta el ego inflado que exhibe y que lo motiva a pretender ignorar el relevo generacional, que se ha forjado en la propia Universidad, que también tiene el derecho a aspirar a dirigir ese centro de enseñanza superior.

Ya se empiezan a escuchar las voces que se oponen a las ambiciones desmedidas del “ enviado celestial ” que pretende ser don Gustavo. Grupos de estudiantes, no afectos a sus favoritismo y protección, profesores, administrativos —que no participan de los privilegios y ajustes salariales—, los centros regionales y los demás estamentos que deben elegir mediante la aplicación del voto ponderado a la figura que tendrá durante los próximos 5 años que ser electa para dirigir los destinos de nuestra gloriosa Universidad de Panamá.

Que los que adulan al hoy rector le hablen con la verdad. Su tiempo se cumplió y debe darle paso a la generación de relevo. Que mentes frescas, con proyección a las tendencias modernas y con deseos de sacar del atolladero en que se encuentra ese centro de enseñanza, puedan participar en la contienda que se avecina en igualdad de condiciones.

Cuatro períodos al frente de nuestra Universidad, es bastante tiempo y hay que hacerle un reconocimiento en vida a quien ya tiene casi 80 años, para que acepte que su labor profesional llegó a su término para que se retire con la satisfacción del deber cumplido.

*Periodista.erluga@cwpanama.net

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