• 29/10/2025 00:00

¿Dónde está el chen chen?

Hace más de un año, durante su discurso de toma de posesión, el presidente Mulino afirmaba que “se había acabado la fiesta” y que vendría el chen chen for all.
Pero los discursos quedan, y las acciones terminan siendo el verdadero indicador de si esas palabras fueron vacías o no.

Aquel 1° de julio, el presidente aseguraba recibir un país con finanzas públicas destruidas, miles de empleos perdidos y una calidad de vida en deterioro. Con la llegada del nuevo gobierno, bajo la promesa de que sus ministros debían enardecer el servicio público y hacer las cosas de manera diferente, se anunciaba un nuevo rumbo: encender la economía y “colocar dinero en los bolsillos de los panameños”. El objetivo común era hacer crecer el país y generar más oportunidades de empleo, con mejores salarios y estabilidad.

Sin embargo, si bien el presidente ha cumplido otras promesas hechas en aquel discurso, en cuanto al chen chen se ha quedado corto. No solo los índices de desempleo e informalidad han aumentado, sino que la calidad de vida sigue deteriorándose y el costo de vivir en Panamá continúa en ascenso.

En materia de empleo, poco o nada se ha hecho para generar un impacto real en el mercado laboral. Más allá de programas como Mi Primer Empleo —bien intencionado, pero insuficiente—, el problema es estructural: la oferta laboral crece más rápido que la demanda, y el gobierno parece no comprender cómo se genera empleo sostenible.

El enfoque actual presenta dos fallas fundamentales. Primero, está orientado a atraer inversión extranjera y desarrollar grandes obras, cuyos efectos solo se verán en el mediano o largo plazo. Apostar por el gasto público para crear empleo puede aliviar momentáneamente la situación, pero es pan para hoy y hambre para mañana: cuando terminan las obras, se acaba el trabajo.

Segundo, el gobierno ignora la estructura real del mercado laboral panameño. Más del 87 % del sector empresarial está compuesto por Mipymes, y la informalidad ronda el 50 % (posiblemente más, aunque el INEC no parezca muy interesado en mantenernos actualizados). Además, apenas el 30 % de la población económicamente activa cuenta con algún nivel universitario; la mayoría solo ha completado secundaria o primaria.

En este contexto, atraer inversión extranjera no basta. Si no hay capital humano especializado y capacitado, el impacto será limitado. Los empleos vinculados a la economía global suelen ser pocos, altamente especializados y con requisitos técnicos que gran parte de la población no cumple.

La pregunta, entonces, no es cómo atraer más inversión, sino cómo generar empleo para las mayorías. La respuesta está en lo que este gobierno ha evitado por más de un año: una revisión profunda de los costos de legalidad, las regulaciones, la burocracia y los trámites que encarecen tanto la mano de obra como la creación de nuevas plazas.

Esa es la verdadera política pública que puede traer chen chen en el corto plazo.
Reducir las cargas sobre las Mipymes permitiría que generen ahorros para invertir, innovar y contratar más personal. Con un marco regulatorio flexible, sencillo y predecible, estas empresas podrían crecer, ser más productivas, más competitivas y, eventualmente, insertarse en las cadenas de valor globales.

El desarrollo debe venir de abajo hacia arriba, no al revés. Pero mientras el gobierno no apueste por crear un entorno propicio para generar empleo, facilitar la inversión y darle oxígeno al pequeño empresario, seguiremos viendo cómo se profundiza un problema que ya, hoy por hoy, es grave.

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