• 29/02/2020 04:00

El drama de Ubaldo y el sistema bicéfalo de salud

“Ubaldo expresa en carne propia las secuelas de un sistema mercantilizado y bicéfalo en los servicios de atención médica —la CSS por un lado, el MINSA por otro—, las cuales son las principales razones del encarecimiento y a la vez, desabastecimiento de medicamentos [...]”

En estos carnavales tuve la oportunidad de visitar a viejas amistades en el interior, siendo una de ellas el profesor Ubaldo, otrora dirigente magisterial civilista en Coclé; hoy en proceso de recuperación de varias dolencias, derivadas de su diabetes. El profe, acaba de egresar hace poco de un hospital de la CSS donde vivió un drama propio de uno de mis programas favoritos en los años sesenta, titulado “Alfred Hitchcock Presenta”.

La trama de Ubaldo llenó de terror a los que nos enteramos de su experiencia, porque pudo tener un desenlace de tragedia, pero parece ocurrir muy frecuentemente. Todo esto, porque tenía una herida en un dedo —luego de habérsele cercenado precisamente por su condición diabética— que no respondía a la cicatrización, manteniendo el pie sumamente inflamado. Al no responder a la aplicación del antibiótico, la solución “sabia” del equipo de ortopedia fue la clásica: amputar y no solo el pie, sino ¡toda la pierna!

Además de sus conocimientos como biólogo, a nuestro otrora dirigente le fue muy útil su carácter insumiso, logrando que se consultara a un especialista no ortopédico que tuviera una visión menos traumática sobre su problema. Este especialista era cardiovascular y en efecto, llegó a la conclusión de que la razón de la no restauración tenía que ver con cierta característica de los vasos sanguíneos, de lo inapropiado del tipo de antibiótico empleado y hasta de cierta indisciplina nutricional, que hacían perfectamente inútil e ilógica la amputación de su pierna. Favorablemente, este diagnóstico y el correspondiente tratamiento, que provino de otro establecimiento de servicios médicos donde atendía el mencionado especialista, tuvo que ser aceptado por los ortopedas que dieron un paso al costado, viabilizando el regreso de nuestro amigo a casa… y con ambas piernas. Actualmente, está con evidencias visibles y certificadas de mejoría de su pie.

Esta falla de los ortopedas, resulta de lo irracional que es basar las especializaciones médicas de acuerdo a aparatos —respiratorio, circulatorio, riñones, etc.— del cuerpo, ya que solo llevan a tener visiones sesgadas, fraccionadas de la realidad de un cuerpo humano que no funciona dividido ni aislado del resto de los actores sociales y ambientales. Esto se manifiesta cuando, por ejemplo, el cardiólogo solo conoce de corazones, ignorando el papel del sistema hormonal en el funcionamiento cardiovascular, el oftalmólogo únicamente conoce sobre la vista, etc.

Lo antes dicho, explica por qué los ortopedas del “drama de Ubaldo” fraguaron mutilarlo, cuando esto fue demostradamente evitable. No conocían del sistema vascular ni fueron críticos con el propio tratamiento antibacterial dado, ergo, su perspectiva fue ineficaz. Los creadores del Minsa, con el Dr. José Renán Esquivel como líder, fueron proclives a fomentar una mayor formación de médicos generales verdaderamente “integrales” o bien, una mayor difusión de “médicos familiares” o también, médicos clínicos “generalistas”. Lamentablemente, esto no interesa a las autoridades estatales ni a las facultades de Medicina, excepto parcialmente una que —irónicamente— es privada ni a la gran industria médica que mercantiliza la atención de salud.

Por otro lado, durante la hospitalización —nos relató este hijo de Coclé— “tuve que comprar todo el yodo y el agua oxigenada con el que me hacían la limpieza del pie, porque en el hospital no había”. “En este país” —continuaba afirmando— “el pobre no puede enfermarse”.

Sin duda, Ubaldo expresa en carne propia las secuelas de un sistema mercantilizado y bicéfalo en los servicios de atención médica —la CSS por un lado, el Minsa por otro—, las cuales son las principales razones del encarecimiento y a la vez, desabastecimiento de medicamentos, que lleva a que el que no tenga para adquirirlos en el sector privado, acelera su muerte o al menos, magnifica su sufrimiento. Las casas distribuidoras de los insumos y productos farmacéuticos, engrosan sus arcas en relación directa a la existencia de una duplicidad de las entidades públicas que demandan estos bienes.

Un sistema único nacional de salud, con el correspondiente respaldo jurídico político, reduciría a su mínima expresión estos atracos al pueblo, en tanto que habría un control unitario de las compras del sector público, pero también, induciría una racionalidad en la que el principal papel de la práctica médica quedaría en manos de los médicos de cabecera “generalistas” y no en la ineficiente exacerbación de especialistas con visión atomizada de los problemas de la salud humana.

Sociólogo y docente en la Facultad de Medicina de la UP.
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