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- 05/09/2009 02:00
Aquilino E. Boyd
En el día de ayer, 4 de septiembre, se cumplió el quinto aniversario de la desaparición física del gran patriota Aquilino E. Boyd. Por eso escribo hoy no solo para reiterar el reconocimiento de la Patria agradecida a uno de sus hijos beneméritos, sino también para expresar un sentimiento personalísimo. Porque Aquilino E. Boyd fue para mí, al par que un meritorio patriota y servidor público, un amigo fidelísimo a quien me unieron por muchos años esos vínculos fuertes y sagrados que nacen de la admiración y del afecto fundidos en una sola emoción.
Como fieles creyentes, hemos de saber que solo Dios conoce el corazón del hombre y penetra en el santuario de su conciencia. A Él le está reservado el juicio definitivo sobre toda conducta humana. Él también es justo y misericordioso. Nuestras oraciones y sufragios por los difuntos pueden y deben, por una exigencia de solidaridad, acompañarlos en su presentación ante el juicio divino. Noble es el corazón y laudable el gesto de quienes, orando y pidiendo orar por sus difuntos, manifiestan así su fe cristiana y la perennidad de su amor más allá de la muerte.
Entre todas las cualidades en las que Aquilino E. Boyd se ilustró a lo largo de su vida como abogado, político, diputado, ministro y diplomático, se destacó un término que resumen todos los demás: el de nacionalista. Hoy día, estamos recordando más especialmente a este nacionalista, en momentos en que las fuerzas democráticas de Panamá tienden a fortalecerse. La vida y obra de Aquilino E. Boyd es el mejor ejemplo de hombre de familia, de honestidad y probidad, de valentía y patriotismo, de libertad y respeto a los derechos humanos. La dimensión fundamental del legado político y nacionalista de Aquilino E. Boyd es el mensaje de su lucha por el rescate de la soberanía en todo el territorio nacional y la transferencia del Canal a Panamá, lo cual representa una de las más transparentes y fecundas enseñanzas que arroja su rica vida pública.
La condición de estadista de Aquilino E. Boyd se manifestaba, con acusados caracteres, en que su visión del porvenir trascendía los límites y las fronteras y alcanzaba una dimensión latinoamericana y mundial. Para él, Panamá formaba parte de la comunidad histórico-cultural que es América Latina, y a su vez integraba un mundo cada vez más interconectado por los progresos de la técnica y de la ciencia, por la consecuente interrelación de las economías y por los esfuerzos de los pueblos por resolver en conjunto sus problemas comunes.
Al cumplirse el quinto aniversario en que Aquilino E. Boyd traspasó los umbrales de la eternidad, el pueblo panameño, del cual tengo a honra formar parte, quiere dejar demostrado que mientras en la República se tribute homenaje a la memoria de los hombres que por la Patria arriesgaron su vida y contribuyeron a consolidarla, Aquilino E. Boyd será siempre recordado como patriota fervoroso, como diplomático de finos quilates, como caballero de ejecutorias limpias, como hombre público de mérito descollante, cuyo nombre será pronunciado con el respeto y la gratitud que las naciones deben a sus hijos dignos y nobles.
Aquilino E. Boyd, tus buenos amigos te decimos: ¡Descansa en la Paz del Señor!
*Pedagogo, escritor y diplomático.socratessiete@gmail.com