• 05/09/2008 02:00

Aquilino E. Boyd en la memoria de la patria

Reminiscencia patriótica en el cuarto aniversario del fallecimiento de Aquilino E. Boyd (1921-2004). Su memoria glorifica a una de las m...

Reminiscencia patriótica en el cuarto aniversario del fallecimiento de Aquilino E. Boyd (1921-2004). Su memoria glorifica a una de las magnas personalidades de nuestra historia nacional. Lo recuerdo imponente por la severidad varonil de sus facciones, cultivador de una elegancia sencilla y noble, caballero a carta cabal y siempre amigo a toda prueba.

Al recordarlo, contemplo nuevamente en mi mente al hombre de fuego que con tanto lustre se desempeñó en el amplio escenario político nacional e internacional como embajador sumamente diestro en el ejercicio de la diplomacia, siempre en defensa de los más caros intereses nacionales, de la libre determinación de los pueblos y del respeto a los derechos humanos.

Aquilino E. Boyd en todo momento enaltecía sus ideales nacionalistas; era un político que luchaba con tesón por sus ideas, un hombre de estado cuya vida fue un homenaje perenne a la libertad y a la democracia. Como embajador, Representante Permanente de Panamá ante la ONU, por muchos años hizo resonar su voz en defensa permanente de los derechos soberanos de Panamá sobre la entonces denominada Zona del Canal. La historia lo registra como responsable directo de la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU a reunirse en Panamá, trascendental asamblea que se efectuó en marzo de 1973, constituyendo un hito en la historia de la diplomacia panameña. Aquella reunión histórica se convirtió en el punto de partida para la exitosa negociación de los Tratados Torrijos-Carter, firmados en 1977.

Hace cuatro años, pues, nos congregamos en el Cementerio Amador muchos nacionalistas y representantes de las diversas vertientes sociales y políticas democráticas, para despedir los restos mortales de Aquilino E. Boyd, como amigos y compañeros que fuimos en la brega por hacer realidad los grandes valores de la nacionalidad que nos inspiraron a todos y nos llevaron a trabajar en común bajo el mismo ideario político por el bien de Panamá. Defendió, sin paréntesis de sosiego, la significación e importancia del papel de la ONU como institución fundamental de la comunidad internacional, destinada a ser instrumento privilegiado en la construcción de un Nuevo Mundo.

El destino, esa fuerza desconocida que se cree que obra sobre los hombres y los sucesos, no le permitió a este personaje de tan notorios merecimientos llegar a ser presidente de la República. Pero, en este cuarto aniversario de su fallecimiento, Aquilino E. Boyd, patriota, honesto y capaz, sigue plasmado en el recuerdo de los buenos panameños y panameñas, y tiene aquí sus templos bajo el cielo azul de nuestra patria istmeña, y dentro de nuestros corazones, en los que se ofrece a las generaciones presentes y futuras como magnífico y brillante recuerdo, símbolo y ejemplo.

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