• 18/02/2018 01:00

Al finalizar su mandato, la fuerza e influencia de un presidente es cero

La vida siempre sigue su curso y quienes no se adapten a dichos cambios fracasarán como personas y no podrán, como expresidentes, servirle al país

Algunos mandatarios creen que tendrán siempre el mismo poder e influencia, desde el primer día de su mandato hasta el último. Nada es más falso que un presidente piense que su poder no tiene fin.

En mi larga vida he estado en ocasiones cerca del Gobierno y en otras muy distante; pero siempre me ha intrigado el porqué la gran mayoría de los presidentes, muy especialmente aquellos que están en el último año de su mandato, no se dan cuenta de la realidad en que viven y se creen que el país es de ellos. Deben, esos presidentes, tomar en cuenta que el poder es efímero y siempre termina.

Los presidentes, casi ninguno, gobierna para cuando estén ‘abajo'. Solo piensan en el hoy y nunca en el mañana; carecen de las cualidades que debe tener un estadista que tanto se merece Panamá.

Varios famosos hombres han dicho sobre el tema lo siguiente:

‘Un estadista debe hacer siempre lo que cree es mejor a lo largo para su país', Winston Churchill.

‘El estadista es el que piensa qué es lo mejor para la próxima generación. Un político solo se preocupa de la próxima elección', Bismarck.

‘Un estadista debe poner el corazón en la cabeza', Napoleón.

Todos los mandatarios de ayer y de hoy, algún día pasarán a ser expresidentes y volverán a ser un ciudadano común; solo mantendrán el título de ‘expresidente' y unos cuantos escoltas. Sufrirán, lógicamente, un gran trauma en sus vidas. Se acabaron para ellos los asesores, las secretarias, los aduladores, con sus lisonjas de siempre; hoy se las dan a ellos y mañana a otros. Los críticos que antes, por diversos asuntos hacían sus comentarios con mesura, ahora estas críticas y ataques se acrecentarán y serán muy pocos los que los protegerán y defenderán.

Esos presidentes que, de la noche a la mañana, cambiaron radicalmente sus vidas, tendrán que adaptarse a su nueva situación o fracasarán con su secuela negativa de implicaciones.

Hay algunos expresidentes que han superado el trauma de dejar el poder y volver a ser ciudadanos comunes. Como un ejemplo, tenemos al Dr. Aristides Royo. Cumple a diario con sus funciones de abogado y en innumerables ocasiones, como historiador de gran prestigio que es, dicta conferencias muy ilustrativas y educativas; también escribe artículos, que son muy leídos, sobre temas de importancia nacional.

La vida siempre sigue su curso y quienes no se adapten a dichos cambios fracasarán como personas y no podrán, como expresidentes, servirle al país.

Comprendo perfectamente los efectos negativos que producen en las personas los cambios súbitos en sus actividades y responsabilidades diarias.

Ojalá puedan reaccionar favorablemente los que se han sentido afectados por el trauma que les causa el ser hoy una persona con poderes casi omnipotentes y de repente convertirse en un ciudadano cualquiera con pocos amigos y muchos enemigos.

EMPRESARIO

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