• 12/09/2020 00:00

'Educad al niño y no será necesario castigar al hombre'

¿Sabe usted cuál es el porcentaje estimado de mujeres, en el mundo, que han sufrido agresión física y/o sexual por su compañero sentimental o agresión sexual de otra persona, en algún momento de su vida?.

¿Sabe usted cuál es el porcentaje estimado de mujeres, en el mundo, que han sufrido agresión física y/o sexual por su compañero sentimental o agresión sexual de otra persona, en algún momento de su vida?

Según estimaciones mundiales publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ONU Mujeres y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), alrededor del 35 % de las mujeres en el mundo (una de cada tres mujeres) ha sufrido agresión física y/o sexual. La mayoría de ellas, por violencia infligida por su pareja. ¡Ello equivale a millones de mujeres!

Aunado a lo anterior, conforme a los datos informados por los organismos aludidos, el 38 % de los homicidios de mujeres en el mundo ha sido cometido por sus parejas masculinas.

La violencia, en general, fue declarada por la OMS como un problema de salud pública; y ella es inaceptable hacia cualquier ser vivo; sin embargo, hago especial referencia a la violencia contra las mujeres en virtud de la creciente incidencia de esos casos, en todos los niveles socioeconómicos, a nivel mundial y nacional.

La violencia contra la mujer fue definida, por la Asamblea General de la ONU, como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

Para concienciar al respecto, fue designado el 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.

En lo relativo a la protección de la mujer, en Panamá, contamos con el Instituto Nacional de la Mujer (Inamu), que incluye en su trabajo: un “Protocolo Nacional de Atención Integral a las Mujeres Víctimas de las Relaciones de Pareja”, “Redes locales de prevención y atención de la violencia doméstica y sexual”, “Red de Mecanismos Gubernamentales de Promoción de la Igualdad de Oportunidades en Panamá”; y, entre otras normas, se han impulsado las leyes No. 12 de 1995 y No. 17 de 2001, por las que, respectivamente, se han aprobado Convenciones para la prevención, sanción y erradicación de la violencia contra la mujer, así como de la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres; la Ley No. 82 de 2013, “Que adopta medidas de prevención contra la violencia en las mujeres y reforma el Código Penal para tipificar el femicidio y sancionar los hechos de violencia contra la mujer”; y la reglamentación de la precitada Ley.

Por otro lado, existen un Servicio Policial Especializado en Violencia de Género, Centros de Apoyo a Mujeres Maltratadas, albergues/centros de acogida…

En el 2019, el Inamu informó que, en ese año, se reportaron en nuestro país más de 14 000 denuncias por violencia doméstica.

Durante la pandemia de la COVID-19, la OMS confirmó el aumento de casos de violencia contra mujeres en las cuarentenas; y, asimismo, la ONU informó que datos globales muestran que, desde el establecimiento de las restricciones de movilidad por la COVID-19, se han incrementado las denuncias por violencia doméstica.

Nuestro país no escapa a ello, a través de diferentes medios se ha reportado un aumento en el promedio de llamadas diarias y las denuncias por la referida violencia.

Preocupan los porcentajes y cifras que reflejan las estadísticas comunicadas por organismos y entidades competentes, así como el aumento de casos y saber que existen más víctimas que callan su condición, no denuncian ni piden ayuda y viven atrapadas en el “ciclo de la violencia”, incluso, con su vida en riesgo. Las cuales necesitan saber que ¡no están solas!

Es de suma importancia que se conozca que el Inamu posee un equipo multidisciplinario y las líneas 182 y 323-3281, para atender y orientar, gratuitamente, a las mujeres víctimas de violencia y en situaciones de riesgo; que existen otras líneas de emergencia, como el 104; que es posible realizar denuncias anónimas por medio de la plataforma virtual www.tupista.org; e igualmente, que se pueden presentar denuncias ante el Ministerio Público, por la víctima, sus familiares/un tercero, para las cuales no se requiere formalidad.

Además, como se ha hecho en otros países, la Policía Nacional ha promovido una campaña para que las mujeres que se encuentran aisladas con su agresor puedan alertar y pedir ayuda, mediante el lenguaje de señas.

A nivel nacional, son relevantes las acciones/medidas impulsadas; sin embargo, gran parte de ellas son de carácter “correctivo” ante conductas y actos que vulneran derechos. Es fundamental que, también, de manera contundente, constante y efectiva, se promueva lo pertinente para la “prevención”/ “erradicación”.

Resulta indispensable que ataquemos el problema desde “la raíz”, desde la niñez y la adolescencia. En este sentido, entre otros, juegan un papel relevante la educación, los valores y principios, modelos de conducta (“mensajes no verbales”) positivos, una “Cultura de Paz”, desde el hogar; que se identifiquen y traten, a tiempo, los problemas psicológicos/trastornos de personalidad o conducta, las conductas violentas en los menores; que tanto los niños como las niñas sean formados y crezcan conociendo los derechos humanos… ¡y respetándolos!

Adicional a lo expuesto, como había aludido, contamos con el Instituto Nacional de la Mujer, pero carecemos de un “Instituto Nacional del Hombre”; aun cuando, para que realmente exista “igualdad” y “erradiquemos”, entre otros, el comentado problema de salud pública y social, son necesarios profesionales calificados, políticas, estrategias, planes/programas/proyectos multidisciplinares, recursos y acciones orientados, oportunamente, a todos los actores o grupos involucrados.

La igualdad de derechos y oportunidades es esencial; y, cuando es preciso, debemos reclamarla, con base en nuestra condición de seres humanos “libres e iguales en dignidad y derechos” y en las normas aplicables, sin marcar o establecer diferencias que se traduzcan en privilegios o discriminación.

Eduquemos a los niños y a las niñas, de manera que no sea necesario castigar a hombres agresores/femicidas o feminicidas y que no haya cada vez más mujeres víctimas de violencia…; de modo que, en efecto, exista la igualdad y una convivencia sin violencia.

Abogada
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