• 19/11/2014 01:00

EE. UU., China y el cambio climático

La repentina noticia fue el resultado de negociaciones que se han desarrollado durante meses

El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, al que asisten líderes políticos del planeta y que se celebra en Pekín, tuvo una jornada con sorpresas la semana pasada. Los presidentes de Estados Unidos de América, Barack Obama, y de China, Xi Jinping, anunciaron que ambos países reducirían su producción de gases de efecto invernadero, medidas que contribuirían con las políticas y debates sobre el futuro del cambio climático que amenaza a la humanidad.

La repentina noticia fue el resultado de negociaciones que se han desarrollado durante meses. Aquí, la diplomacia estadounidense, presionada por la pérdida del control en las esferas legislativas y una buena perspectiva en la economía petrolera del país asiático con un mal saldo en la contaminación ambiental, que tendría una repercusión en su esfera política, lograron un compromiso. Ambos en conjunto, producen el 45 % de las emisiones mundiales.

Desde el punto de vista técnico de este pacto, Obama dijo que su país se propone reducir los gases entre 26 % y 28 % para 2025, comparado con los niveles de 2005; mientras que Jinping confía en llegar a un límite y empezar a disminuir para 2030. Ambas naciones habían dado la espalda a los convenios suscritos por la comunidad internacional, decisión que ha entorpecido las discusiones durante las últimas cumbres para diseñar fórmulas contra tal ascenso.

La economía capitalista ha considerado tradicionalmente que su crecimiento no puede ser sacrificado en términos del desarrollo de políticas ambientales. Para algunos, los más extremistas, ambos conceptos son contrapuestos. Los países europeos consideran que se puede alcanzar lo primero con una contracción de la velocidad de las finanzas; la adopción de estrategias que garanticen la rebaja de las emisiones y un seguimiento eficaz.

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ha intentado, en las últimas cumbres, obtener un consenso para establecer una herramienta que sustituya el Protocolo de Kioto y que culminó su vigencia, sin éxito. Los máximos entorpecedores de tal propósito son precisamente estas dos potencias y su compleja planta industrial con rubros como la energía, siderurgia y petróleo estadounidenses y la elaboración china de carbón.

Existe una relación entre la emisión de gases (producto de actividades humanas) hacia la atmósfera y el comportamiento de los patrones del clima, caracterizado por el aumento del calor y su impacto en la vida y el conjunto de las acciones que tienen lugar en la sociedad. Esta modificación o cambio climático constituye una eventual crisis que puede determinar la desaparición de especies y surgimiento de nuevas enfermedades, entre otras consecuencias.

En el caso panameño, este año se han asumido disposiciones que consolidan una plataforma de trabajo frente a los rumbos que toma la realidad de los nuevos escenarios del clima. El anuncio del presidente de la República en las Naciones Unidas y el resurgimiento de una comisión interinstitucional que atenderá las tareas gubernamentales, bajo la coordinación de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), constituyen pasos importantes.

El compromiso de EUA y China brinda una salida a las malogradas cumbres que no alcanzan a definir un estatuto para obligar a las partes a asumir y comprometerse con un desempeño nacional que, sumado a escala global, reviertan un incierto destino. Las próximas citas en Lima (2014) y París (2015) tienen ahora la posibilidad de contar con el ambiente necesario para corregir el rumbo desacertado e improductivo de los últimos años.

Panamá y los países centroamericanos han consolidado un plan que requiere ser actualizado y mantener una visión de conjunto. Sus respectivos ecosistemas constituyen un patrimonio que debe resguardarse; sobre todo por la paradójica situación que, sin ser una región de elevada emisión, sufre los quebrantos de externas condiciones del clima que afectan sus previsiones de desarrollo.

*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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