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En una reciente entrevista concedida al diario La Prensa, el ministro de economía y finanzas se refirió a diversos temas económicos. En esta, entre otras cosas, detalló los supuestos económicos externos sobre los que se sostiene el proyecto de presupuesto gubernamental para el 2026. Se trata de todo un conjunto de condiciones, entre las que destacan las siguientes: economía global en crecimiento, baja tasa de inflación; tendencia a la baja de las tasas de interés; crecimiento del comercio mundial; condición de paz a nivel internacional.
Resulta útil, entonces, realizar un análisis en el que se establezca el nivel de realismo de estos supuestos. Esto no solo para lograr una clara idea sobre la efectiva viabilidad del proyecto de presupuesto gubernamental para el próximo año. También porque resulta importante para establecer si las riendas de la política económica del país se encuentran o no en manos expertas, capaces de comprender la coyuntura internacional y establecer las acciones convenientes frente a la misma.
El primer problema que la cúpula del MEF estaría pasando por alto tiene que ver la inflación. En efecto, la política arancelaria de Trump ha colocado el nivel de los mismos en Estados Unidos, como bien lo ha destacado Paul Krugman, al nivel más alto de los últimos 90 años. Esto, como lo consideran prácticamente todos los economistas, tiene que reflejarse en una inflación de precios en EE.UU., la que tenderá a contagiarse hacia otros países.
La idea de Trump que sus aranceles los terminarán pagando los exportadores extranjeros, resulta simplemente errónea. Esto queda claro en un reciente artículo de Paul Krugman, publicado el 8 de agosto en Substack, bajo el título de “It’s Beginning to Smell a Lot Like Stagflation”. En este el Premio Nobel de Economía 2008 establece que: “Para evitar que los precios al consumidor no suban ante un aumento de 15 puntos en los aranceles promedio, que es más o menos lo que ha hecho Trump, las empresas extranjeras tendrían que reducir sus precios en dólares en más del 13%”. Esto, lógicamente, difícilmente se puede dar. Más aún, como bien lo señala este autor, la realidad muestra que “los precios de importación, sin incluir los aranceles, han aumentado durante el gobierno de Trump”.
De hecho, la prensa especializada ya ha venido dando cuenta del inicio del impacto inflacionario de los aranceles de Trump. Es así, por ejemplo, que en un reciente artículo publicado en el diario The Guardian, escrito por Lauren Aratani, titulado “Los precios en EE.UU. siguieron aumentando en julio a medida que los aranceles de Trump impactan los costos al consumidor”. Se trata de una opinión compartida por Paul Krugman el que, en su artículo en Substack del 15 de agosto, publicado bajo el título de “Stagflation: Shooting the Messengers”, destaca “que los dos informes de inflación publicados esta semana (sobre precios al consumidor y al productor) muestran huellas claras de los aranceles sobre los precios”.
Teniendo todo esto en cuenta, así como el elevado nivel de apertura de la economía panameña y su vinculación con la norteamericana, resulta extraño, por decir lo menos, que la cúpula del MEF haya decidido poner como uno de los supuestos para la construcción del proyecto de presupuesto 2026, la idea de que la inflación en Panamá solo alcanzará al 1.0% durante ese año.
No solo es cierto que la política de Trump genera presiones inflaciones, las cuales tenderán a transmitirse al plano internacional. También está el hecho de que las recientes estadísticas de empleo han mostrado una tendencia a la desaceleración de la economía de Estados Unidos.
En este caso no se trata, al menos exclusivamente, del impacto directo de los aranceles, sino de la política zigzagueante de Trump, que genera una enorme incertidumbre global, la cual tiende a impactar negativamente la inversión. Tal como lo señala Krugman en su artículo del 8 de agosto antes citado: “¿Cómo se puede esperar que las empresas realicen inversiones a largo plazo si no saben si se enfrentarán a aranceles del 10% o del 35% dentro de dos años?”
Desde la perspectiva de Panamá resulta que la política de Trump, que impone aranceles de manera arbitraria, llegando a establecerlo por razones puramente políticas (Brasil) o geopolíticas (India), tiene la capacidad de impactar todas las cadenas de valor internacional. Se trata de una situación con necesarios efectos sobre la economía panameña, los que nunca han sido comentados por el MEF.
Además, Trump no está dispuesto a modificar en nada su política, dedicándose a insultar a quienes la critican y despidiendo sin razón a los funcionarios que hacen públicas estadísticas que científicamente contradicen su visión de las cosas.
Se puede concluir en que los supuestos externos de la cúpula de MEF carecen de manera muy significativa de realismo. La política económica del país lastimosamente se encuentra en manos poco fiables.