• 30/03/2024 00:00

El poder de la sangre de Cristo

Ella fue derramada durante una oración en el huerto de los Olivos, fueron gotas de sangre como sudor. En otro momento, su cabeza fue ceñida con una corona de espinas, recibió latigazos durante su juicio, su cuerpo flagelado [...]

Durante la celebración cuaresmal, hay varios pasajes de la Pasión de Cristo, en lo referente a los momentos tortuosos que vivió Jesús. Siempre me han interesado aquellos momentos en los cuales fue derramada la sangre de la divina víctima

Ella fue derramada durante una oración en el huerto de los Olivos, fueron gotas de sangre como sudor. En otro momento, su cabeza fue ceñida con una corona de espinas, recibió latigazos durante su juicio, su cuerpo flagelado, su costado traspasado por una lanza, sus manos y sus pies fueron atravesados por clavos. En resumen, todas esas escenas nos muestran cómo Jesús derramó su sangre como propiciación de nuestras transgresiones. En lo personal he centrado mi atención en su flagelación, durante la cual prácticamente su cuerpo fue descuartizado y llevado “como res que va al matadero”.

Este pasaje nos ha llevado a investigar para comprender por qué popularmente se exclama “La sangre de Cristo tiene poder”, cuando a nivel de la fe, se espera encontrar la solución a nuestras situaciones difíciles. Comenzaremos definiendo que es la “flagelación”, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española es la “acción de flagelar” o sea “maltratar con azotes”. El flagelo lo define como “instrumento para azotar”. Por su parte el Diccionario Católico, con fecha octubre 1961, define la flagelación como “suplicio que consiste en golpear a la víctima con su azote de tiras de cuero, llamado en latín flagellium. La Ley Mosaica prescribía esta pena, pero no podían infligirse más de 40 golpes. Jesús fue sometido a la flagelación, según la costumbre romana, que era mucho más bárbara y no tenía limitación de golpes.

Siguiendo en nuestra investigación encontramos que según la Biblioteca de Actores Cristianos se dice en parte que “flagelo era una especie de látigo en el que al final, dos bolitas de plomo constituirían el auténtico martirio”. Agrega que a veces se usaban flagelos de tres correas, el número de golpes eran 13 para constituir así los 39 golpes”. En la obra Jesucristo de la Biblioteca de Actores Cristianos, en su publicación, el Dr. Riquelme Solar comenta que “se inflige al cuerpo de Cristo unas 80 heridas que corresponden a 40 golpes de flagelo”. También agrega que a Cristo “los músculos quedarían prácticamente destrozados. La acción vasoconstrictora es más rápida que en casos de hemorragias leves, crónicas o prolongadas”. También el Dr. Barbet, cirujano francés afirma que “parece que la flagelación motivó también una serie de lesiones en los músculos torácicos, que originaron la insuficiencia respiratoria, causa directa de la muerte”.

Hecho este recuento de datos referentes a la flagelación de Jesús, la cual es la película de Mel Gibson “La Pasión de Jesús”, se presencia que el cuerpo de Jesús fue prácticamente destrozado, luego arrastrando se le llevó al juicio como res que es llevada al matadero. Repito, hecho un recuento vemos que se justifica la expresión popular “la sangre de Cristo tienen poder”, es que el creyente sufre el martirio de Jesús y a la luz de la fe se aferra a esa expresión, convirtiéndola en un bálsamo que le lleve a una paz interior, con la seguridad de que el Cordero de Dios sigue inmolándose por nosotros. Vale la pena mirar hacia atrás, en relación con el tema que nos ocupa, y recordar que su Santidad Juan XXIII en su Carta Apostólica Inde a Primis, exalta a “la sangre de Cristo, como precio de nuestra redención, prenda de salvación y vida eterna”. Abundando en el valor y significado para el pueblo de Dios lo que es la sangre de Cristo, su Santidad Pablo VI “unió la conmemoración de la sangre de Cristo con la de un cuerpo en lo que ahora llamamos la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo”, porque en cada celebración Eucarística no solamente se hace presente el cuerpo de Cristo, sino también la preciosa sangre de la alianza nueva y eterna, derramada por todos para el perdón de los pecados (cf. Mt 26,27).

A lo expuesto por estos dos pontífices agregamos la opinión de San Juan Pablo II, cuando después de ver la película de Mel Gibson “La Pasión de Jesús”, contestando a pregunta que le hicieron sobre el contenido de esta, sin titubear, dijo: “Así fue”.

En el Devocionario de la preciosísima sangre de nuestro Señor Jesucristo, cuya impresión fue autorizada por Monseñor Ayo-María (O.P.) obispo de Olorín, diócesis de Kwara, Estado de Nigeria, encontramos que “mientras la Iglesia continúe celebrando la Santa Eucaristía en obediencia al mandato del Señor: Haced esto en memoria mía, mantendrá a través del tiempo la devoción a la preciosa sangre y cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Ella ofrece un sacrificio vivo, un memorial perpetuo de su pasión, que demuestra la inmensidad del amor de Cristo por nosotros”. Recordemos que hay un rosario a la Preciosísima Sangre en la Devoción a la Divina Misericordia, que se reza a las 3:00 pm. Terminamos este escrito con la satisfacción que hemos podido recabar la información que buscábamos hace tiempo referente a material a utilizar en el curso de confirmación en la Basílica de Don Bosco, al cual nos dedicamos desde julio de 1990.

El autor es catequista de confirmación
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