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En el 2015, bajo este mismo título, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, publicó con la editorial Penguin Randolph House una de sus tantas obras. El subtítulo de la misma reza; “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”.
La extensa e intensa carrera académica de Stiglitz, que lo ha llevado a ejercer la cátedra en prestigiosas Universidades, alrededor del mundo, precede a muchas de sus autorías y logros. A decir del diario estadounidense The Washington Post: “Stiglitz escribe de forma clara y provocadora. Y no escribe solo sobre las personas que se ven perjudicadas por la desigualdad, escribe también sobre cómo el sistema está en peligro y lo que se necesita hacer para arreglarlo”.
Esencialmente, en este libro, el Premio Nobel, a juicio de muchos, desarrolla “una contundente critica a las ideas del libre mercado y a la dirección que Estados Unidos y muchas otras sociedades han tomado durante los últimos treinta años, demostrando por qué no es solo injusta sino además insensata. Ofrece esperanza con un conjunto de reformas que contribuirían a crear una sociedad más justa y equitativa, además de una economía más sólida y estable. Nos muestra cómo los mercados por sí solos no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en manos de unos pocos, contribuyendo a debilitar la democracia...”.
La desigualdad y la falta de oportunidades en nuestra sociedad panameña, no escapan a la preocupación de la población que se encuentra cada vez más desorientada y desamparada por el estado actual del Estado.
La empresa criminal conjunta ha dejado al país quebrado y en un mar de desigualdades imparables e impunes. Urge una decidida acción ciudadana para evitar que su influencia y presencia alcance mayor continuidad en nuestro acontecer.
La crisis hoy imperante, producto de las desigualdades impuestas, está golpeando -cada vez más- a los de en medio y los de abajo, mientras el desempleo crece la desigualdad en materia de salud no cesa, con todo lo que ello acarrea. La juventud sufre las consecuencias de una educación desmejorada y desviada de los tiempos que corresponden.
El precio de la desigualdad que hoy pagamos como país, es un verdadero obstáculo para nuestras tareas internas e internacionales. Es la cuerda que nos ata las manos para poder actuar con propiedad y personalidad.
Ojalá nos interesemos en tomar conciencia para actuar en consecuencia. Sin olvidar también, las consecuencias y afectaciones que acarrea sobre él. Imperio de la igualdad ante la Ley.