¿El próximo presidente de los Estados Unidos?

  • 25/09/2025 00:00

Un año después de su humillante derrota electoral y con su popularidad cayendo como las aguas del Niágara, el Partido Demócrata sigue lamiéndose las heridas de una campaña presidencial vergonzosa. Mientras tanto, ocho meses de la segunda presidencia de Donald Trump han dejado más estragos que logros, con un futuro que sus críticos describen como una pesadilla en construcción.

Más confiado, belicoso y vengativo que en su primera administración, Trump arrancó su caquistocracia repartiendo los cargos más importantes del Estado como si fueran premios de consolación para sus leales más incompetentes. A esto le añadió su habitual circo: desplegar al ejército federal para “proteger” a las metrópolis demócratas que no le simpatizan. Como si eso fuera poco, ha ido ganando control sobre los medios de comunicación, con compensaciones ridículas (60 Minutes) y silenciando a críticos incómodos, entre ellos comediantes. Cuando el rey despide al bufón, el rey es un dictador.

En la otra esquina del cuadrilátero político, los demócratas parecen más interesados en devorarse entre ellos que en contratar a las mentes brillantes que salven su reputación en ruinas. Con su discurso “políticamente correcto” y un tono elitista, evitan predicar a los oídos menos sofisticados de la mayoría estadounidenses fuera de sus grandes ciudades.

Aunque faltan tres años para las próximas elecciones federales, el cojeante partido necesita de una identidad más popular en medio de una nación dividida entre el patriotismo ciego y entre el “woke” progresismo extremo. En este panorama, el único demócrata que emerge como legítimo líder es el gobernador de California, Gavin Newsom. Con un perfil más serio y pragmático que el de sus compatriotas, Newsom se establece como el candidato con las posibilidades más reales de contrarrestar la ramplona y xenófoba agenda republicana.

Newsom, de 58 años este octubre, carga con un currículum difícil de ignorar. Como exitoso empresario lucho en contra de la ineficiente burocracia californiana, decidiendo le será más fácil cambiarla desde adentro. Arrancó como concejal en San Francisco a los 30 años convirtiéndose en su alcalde en el 2004. En el 2001 entró a la política estatal consiguiendo en el 2019 las llaves de la gobernación californiana que embolsilla hasta hoy.

Si bien alcanzó notoriedad durante la pandemia, últimamente ha reforzado su perfil nacional, discutiendo justamente con quienes no comparten su visión. Este febrero lanzó su pódcast This is Gavin Newsom, donde ha entrevistado a importantes personalidades incluyendo al silenciado conservador Charlie Kirk, como preparándose para un debate presidencial. También se voceó en el famoso Diary of a CEO de Steven Bartlett, donde durante dos horas desplegó su carisma, hablando sin reservas sobre sus logros como de sus fracasos, de su fallido primer matrimonio y hasta de su relación con sus padres. Newsom también fue entrevistado por Bill Maher quien lleva años animándolo a postularse.

Newsom no tiene reparo en señalar los errores de su propio partido. “El estadounidense de hoy prefiere al político equivocado pero fuerte, antes que al correcto pero débil”, dijo con franqueza. También presentó su concepto administrativo de la “caja de vidrio”: una gestión transparente y definida, pero flexible. Un contraste ante la opacidad dictatorial del régimen actual, como una “caja negra”.

Este padre de cuatro hijos parece consciente de la carga histórica que podría recaer sobre sus hombros: liderar a un país que flirtea peligrosamente con el totalitarismo. Sus crecientes apariciones parecen preparar el terreno para una campaña “Newsom 2028” aunque aún no admite oficialmente sus intenciones. Algo si tiene claro: Trump hará todo lo que esté en su mano para no perder.

¿El problema? Hasta ahora Newsom no ha demostrado ni la motivación ni la ambición explícita para lanzarse. Tal vez espera el momento justo para el gran anuncio. Tal vez no tenga la energía o el respaldo. O tal vez los fósiles de su propio partido todavía no entienden que no tienen a nadie mejor. El Partido Demócrata, dividido y debilitado, no ha sabido repetir los éxitos de Clinton u Obama, quienes difícilmente podrían hoy contrarrestar la maquinaria propagandística trumpista. En mi opinión, Newsom no es el candidato ideal, pero sí el único con un chance real: un político que, paradójicamente, representa a la derecha dentro de la izquierda.

Lo Nuevo