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- 18/09/2023 00:00
Sobre embusteros y creyentes
Bueno: como saben no hubo terremoto a las 11:00 a.m. del pasado viernes 15 de septiembre de 2023, como aseguró que ocurriría un embustero que prefiero no nombrar. No lo predijo, lo aseguró y lo más triste es que hubo mucha gente que dedicó tiempo, algunos con responsabilidades importantes, para atender este pronunciamiento.
Pero predicciones como esta y reacciones inverosímiles han ocurrido a lo largo de los años, por ejemplo: en el 2012 hubo brotes de inquietud alrededor del mundo, ya que tal como se publicó en su momento, la teoría y el calendario de los mayas, señalaba que el 21 de diciembre de 2012 se produciría el fin del mundo y que “caerán las bóvedas celestes, el mar cubrirá la Tierra y se juntarán el cielo y el infierno, ante la llegada del juicio final”.
En esa ocasión, 2012, la Agencia de Noticias Reuters informó que la policía china detuvo a unas mil personas esa semana por difundir rumores acerca del 21 de diciembre. En Argentina, las autoridades restringieron el acceso a una montaña popular entre los observadores de ovnis, después de rumores que comenzaron a extenderse sobre un posible evento de suicidio en masa en ese lugar.
El año anterior, 2011, escribí sobre Harold Camping, quien había vaticinado que el mundo acabaría el sábado 21 de mayo de 2011. Pasada esa fecha, ajustó su predicción para señalar el 21 de octubre del mismo año como el día final. Camping había dicho que mayo 21 fue “la llegada espiritual de Cristo” y que octubre 21: “… el mundo será totalmente destruido, pero será muy rápido. ¡Están advertidos!”, señaló en una nota en el Washington Post.
La humanidad ha vivido eternamente con adivinos, pitonisas y clarividentes, la mayoría fundamentados en textos y enunciados religiosos formulados siglos atrás, según estos, por un ser divino o supremo. Charles Wesley, fundador de la iglesia metodista, predijo que el mundo acabaría en el año 1794. Su hermano John posteriormente hizo su propia predicción señalando que 1836 sería el año en que “la gran bestia vendría a la tierra, marcando el inicio del fin”.
Con base en las profecías del libro de Daniel en la Biblia, William Miller inicialmente predijo el regreso de Jesucristo entre los años 1831 y 1841. Reajustó sus vaticinios para entre las fechas de marzo 21 de 1843 y marzo 21 de 1844. Después al 18 de abril del mismo año; octubre 22 y así sucesivamente hasta que murió en 1849. Sus seguidores se convirtieron en lo que son hoy Los Adventistas del Séptimo Día y sostienen que las predicciones fueron correctas, pero que se referían a un evento que sucedería en el cielo, no en la Tierra.
Joanna Southcott predijo que daría a luz al Mesías y este alumbramiento iniciaría el fin del mundo el 19 de octubre de 1814. Joanna murió dos meses después de la fecha señalada y, según se cuenta, sus seguidores entregaron su cuerpo a las autoridades después de que comenzó a descomponerse; tenían la esperanza de que resucitaría.
Se han hecho otras tantas predicciones alrededor de fenómenos naturales.
Para el regreso del cometa Halley, en 1910 y en 1986. El efecto Júpiter durante la alineación de los nueve planetas el 10 de mayo de 1982. La secta Heaven's Gate cometió un suicidio en masa en marzo de 1997 convencidos de que se acercaba el fin cuando se acercaba a la Tierra el cometa Hale-Bopp.
Family Radio es la cadena radial en donde Harold Camping lleva a cabo su ministerio. Recibió donaciones de 80 millones de dólares entre el 2005 y 2009. Muchos seguidores de Camping renunciaron a sus empleos, vendieron sus posesiones, le entregaron sus ahorros convencidos de las predicciones.
Si queremos avanzar debemos guiarnos por la investigación científica. Reafirmo lo que escribí hace 11 años: el mundo no desaparecerá por el advenimiento de algún ser supremo, porque esté escrito en algún texto milenario o porque lo diga algún embustero. A pesar de los avances científicos, el espacio, el tiempo y la materia son incomprensibles para las mentes más brillantes de esta tierra. Entre los protervos (brujos, esotéricos, facinerosos, políticos, curas, los del medallón maya o la baba de caracol), muchos usan la mente para hacer daño.
La humanidad será destruida, si esto llegara a pasar, por algún accidente universal incontrolable de los astros o por nuestros propios actos, nuestra irreverencia hacia el planeta y su ambiente que nos dio vida, que nos permitió desarrollarnos como especie por siglos y siglos. Por nuestras indiferencias e insensateces con el prójimo. Por bárbaros, con nuestras destructivas guerras contra la humanidad; entre estas, el irracional oxímoron de guerras santas. Podemos corregir esto para iniciar realmente una “edad de oro” de la humanidad, pero no hay indicios de que queremos hacerlo. Es allí en donde falsarios y maleantes de todos los días aprovechan nuestra dejadez e ignorancia compartida.