• 03/01/2023 00:00

La escritura poética en Materia Prima de Enrique Jaramillo Levi

Jaramillo Levi es un hombre que escribe. Uno capaz de dejarlo todo por el llamado de la página, un constructor de mundos y tejedor de imágenes. Su mejor retrato sea el que se desprende del poema “Buen ejemplo”

De entre todas las expresiones literarias, la poesía es quizá la más difícil de comentar. Hablar sobre el poema, o peor: intentar explicarlo, es romper lo que hay en él justamente de poético, ese algo escurridizo que nos atrae, nos toca y nos sorprende como revelación o como herida. Habría más bien que avanzar junto al poema, estar con él, atravesarlo y dejarnos atravesar por sus tanteos y sus dudas. Intentaremos hacerlo, entonces, con el muy reciente poemario Materia prima, de Enrique Jaramillo Levi.

Jaramillo Levi es un hombre que escribe. Uno capaz de dejarlo todo por el llamado de la página, un constructor de mundos y tejedor de imágenes. Por eso tal vez su mejor retrato sea el que se desprende del poema “Buen ejemplo”, que forma parte de este libro: “… Escribir es un destino / y de paso una obsesión inclaudicable. / ¿Cuántas veces has inventado pretextos / para quedarte encerrado contigo mismo, / acompañándote, / mientras pones en palabras / tantas cosas que no tienen manera de borrarse / de tu mente…?”.

Pero Jaramillo Levi es también un hombre que piensa, que reflexiona sobre su oficio y desde su oficio, que se pregunta por la vida y por la literatura, hasta convertir esas reflexiones, también y una vez más, en literatura. De ese talante suyo surgen sus facetas de crítico, de prologuista, de ensayista, de articulista y de narrador reflexivo. ¿Y qué pasa con el poeta? ¿Qué será del pensamiento en el territorio movedizo del poema? Pues allí está también, aunque se adapta, a un espacio fronterizo entre la revelación y la idea, entre la voluntad de decir y el hallazgo de lo dicho.

Sostiene Enrique en su Prefacio que “la materia prima de estos poemas es (…) precisamente la reflexión del creador en cuanto a lo que significa escribir poesía”. Pero también sabe que la sola reflexión no hace poema, que depende de algo más, por lo que continúa en su prefacio para incluir también “las imágenes, frases, palabras y silencios que han de convertirse en descubrimiento y, con suerte, en redención catártica y sorpresa.”

En poesía es la palabra la que tiene la última palabra. Por eso el poema “En plena madurez” puede leerse como una de las claves del propio libro. Allí se nos dice que “la poesía nace de sí misma / estando en plena madurez: / ni un segundo antes / o después. / El autor es siempre un amanuense”. Y luego, en el poema “Raptos de efímera sabiduría” se vuelve a la idea de eso que aparece de pronto, a esa pequeña luz que por un instante ilumina la oscuridad cotidiana de preocupaciones y problemas. Y es que así mismo indica el autor que se han escrito estos textos, como actividad esporádica que servía de “oasis espiritual en medio de la densidad conceptual” de otras ocupaciones, “y en medio de la ansiedad propia” de los días de pandemia y encierro.

El poema aparece, se encuentra o se descubre más allá o más acá de nuestras intenciones. Pero debe encontrar al poeta trabajando, como decía Picasso, que debía encontrar la inspiración al artista. Y el trabajo es con la materia prima de su oficio, con las palabras urdidas hasta encontrar la imagen que conmueve o hace pensar. Este es el punto focal del libro y el centro del poema homónimo del conjunto.

Enrique Jaramillo Levi es un hombre que escribe, un hombre que piensa, y un hombre que encuentra en esa materia prima de la palabra y de la vida algunas imágenes conmovedoras, algunos atisbos de efímera sabiduría, algunos frutos maduros que de pronto se desprenden en forma de poema. Y he dicho de la palabra y de la vida porque, aunque el poeta no lo declare expresamente, lo que se mueve en el fondo de sus poemas es lo visto y lo vivido, la experiencia que vuelve como recuerdo, nostalgia o agradecimiento, el mundo descubierto por su mirada y su decir.

Este es, entonces, el libro de alguien que ha vivido y vive en la literatura y en el mundo: de ahí la fascinación por la realidad, por el absurdo cotidiano, por las contradicciones de la existencia, por el amor y el erotismo que han sido constantes en toda la obra de Jaramillo Levi.

Y aunque los temas y planteamientos no siempre lo sean, la lectura de estos poemas es de algún modo ligera, acaso por ese carácter de oasis, en medio de otras preocupaciones con el que surgieron de la pluma de su autor, pero también porque participan de esa sencillez honda y pausada que marca la obra de los maestros y de quienes traen de vuelta su experiencia y sus saberes aprendidos para compartirlos.

Este es el libro de un hombre que escribe, que piensa y que busca en la palabra esos atisbos de sabiduría revelada para entregárnosla a nosotros, sus lectores. Nos toca, pues, leer; completar el ciclo y dar vida a las palabras que de la vida han surgido.

Cuentista, poeta y crítico venezolano residente en Panamá
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