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- 01/11/2024 00:00
Estado disfuncional
Obstáculos para una feliz convivencia democrática existen en todos los países. En unos más que en otros. Venezuela tiene más de una década entre los que dicho fin se pierde en el horizonte. Hay factores internos y externos para mantenerla así. Es imposible obviar el impacto social producido por el imperio de determinada forma de distribución de la riqueza en el marco de una de las naciones petroleras más ricas del planeta.
El comportamiento de la dirigencia política en tal contexto es crucial. En este escenario surge la polémica figura de Hugo Chávez con su revolución bolivariana y su conducta mesiánica, que Maduro atrapa en el aire en un salto con que años después se mantiene ingrávido y a la cabeza de una deriva autoritaria que ha generado una democracia lisiada.
Allende las fronteras, la presión de unas cuestionadas sanciones económicas (930 entre 2015 y 2023) que afectan más el bienestar colectivo que el de los personeros del régimen, al traducirse en el congelamiento y secuestro de bienes y valores de propiedad del pueblo venezolano, también contribuye a elevar la temperatura del conflicto.
Una guerra proxi en toda regla donde no resulta confuso ver a un EE.UU. suministrándole las bombas a Israel para arrasar Gaza (y ahora el Líbano), por un lado, y por el otro, denunciando y amenazando al Gobierno bolivariano. Una consecuencia de la injerencia de esta mano peluda: en 2015 se exportaban cerca de 3 millones de barriles de petróleo diarios; en 2020 este rubro era de 340,000 diarios.
El mundo es testigo de la extrema polarización que carcome a la nación venezolana. Los adversarios políticos se convirtieron en furibundos enemigos. Posterior al 28 de julio, la fiera herida se defiende virulentamente, endureciendo su postura y machacando que le asiste la razón histórica. Otra vez la oposición mostró su enojo, pero al exponer la vía de la liberación, su actuación fue difusa. Por supuesto que el apremio de la diplomacia puede, y debe, ayudar, pero no nos hagamos ilusiones. En América Latina hoy corren simultáneamente 3 fórmulas de posibles “soluciones” al timo electoral. Es ingenuo creer que la “unidad” latinoamericana bautizada en el Norte, con una nueva versión de la tragicomedia Guaidó, ejerza la presión requerida. Es evidente que una estrategia renovada se hace necesaria por parte de la oposición para interrumpir eficazmente el proceso de extinción de la democracia en Venezuela. Solo entre ellos encontrarán esa receta; sin injerencias de ninguna naturaleza. La vía de acorralar a la presa utilizando “héroes” o “heroínas” con “poderes mágicos”, respaldados desde afuera por espontáneos socios de la libertad y la soberanía, ensombrecidos por un dragón de mil cabezas (Chevron entre ellas), da muestras notorias de desgaste.
Mientras tanto, una marcha económica lenta, la voluminosa diáspora, la concentración del poder, un precio del petróleo enano, una descendente calidad de vida, las guarimbas, el Tren de Aragua y demás virus sociales, alejan a Venezuela del sueño democrático y del escudo protector y esperanzador de los Brics. Identificar al enfermo, con claridad, objetividad, serenidad y sin mediar el zumbido de sedientos mosquitos, permitirá un diagnóstico exacto, para recomendar entonces el medicamento apropiado, que de seguro recibirá el debido, irrestricto, auténtico y unitario apoyo de sus vecinos. ¡Estado fallido de Chomsky, NO! ¡Estado disfuncional de los siquiatras, SÍ!