• 19/10/2020 00:00

Estados Unidos: un balance adelantado

El sistema político estadounidense, diseñado cuando se fundó esa nación, el 4 de julio de 1776, establece que su democracia descansa sobre tres poderes con su consabido “controles y balanzas” (“checks and balances”); hoy, parece estar en uno de sus momentos más obscuros.

El sistema político estadounidense, diseñado cuando se fundó esa nación, el 4 de julio de 1776, establece que su democracia descansa sobre tres poderes con su consabido “controles y balanzas” (“checks and balances”); hoy, parece estar en uno de sus momentos más obscuros. Esa sociedad, desde las esferas de poder y con sus cálculos a mediano y largo plazo, se movió con cierta disposición para resolver los problemas de la discriminación racial, por ejemplo, y otros temas de carácter social que los había teñido dramáticamente y amenazado su paz social desde finales de la Guerra de Vietnam. Entendieron que no había progreso ni liderazgo mundial, si no se miraban en el espejo para resolver esas desventajas.

Cuando culminó la presidencia de Barack Obama, los problemas que los aquejaban se suscribían principalmente al tema de la salud pública y los vaivenes económicos que afectaban a los más necesitados. También marcaban en la discusión, pero quizás “no visto como importante” por el común de los observadores, los resultados de las elecciones que colocaron en la Presidencia a Donald Trump.

“No visto como importante”, porque se asumía que una vez Trump tomara las riendas del poder presidencial, su actitud y comportamiento, desde esa perspectiva muy particular a modo de “el hombre más poderoso del mundo”, lo encausarían entre los márgenes aceptables de conducta y funcionabilidad que permitirían que el resto del “sistema” político-estratégico de los Estados Unidos funcionara conforme los grandes objetivos estratégicos de esa nación, estemos de acuerdo o no.

Eso no ha sido así, ya sabemos la historia. La presidencia de Trump ha sido un caos, al punto de que los otros operativos del sistema, los que han tratado de funcionar conforme los objetivos estratégicos, han visto cómo han capitulado las frágiles columnas alrededor de los problemas y temas que todos pensaban resueltos hace mucho tiempo. No solo se trata de que el presidente Trump desvirtúe completamente las recomendaciones de gente experimentada en muchos de los asuntos, sino que nadie esperaba (incluyendo los del sistema) que, desde su muy ignorante visión de las cosas fundamentales, Trump causaría preocupaciones serias sobre la posibilidad de una guerra nuclear con Corea del Norte o que afectaría dramáticamente las relaciones con los aliados más importantes de los Estados Unidos alrededor del mundo.

A lo interno, no tenían idea de que, con su verborrea incendiaria, despertara la sensibilidad social sobre los temas raciales que muchos estimaban superados y encaminados a promover mejores tiempos, aunque se había asomado un tanto con la elección de Obama.

En el 2017, a pocos meses del inicio de la administración Trump, la Associated Press (AP) publicó que: “El secretario de Defensa, James Mattis y [John] Kelly también, acordaron en las primeras semanas de la presidencia de Trump que uno de ellos debería permanecer en los Estados Unidos en todo momento para vigilar las órdenes que emergen rápidamente de la Casa Blanca…”, así de preocupados estaban sobre lo que habían presenciado durante esos primeros meses. Ni Mattis ni Kelly sobrevivieron en la administración como para cumplir con la vigilancia que se habían propuesto “por la seguridad nacional”. Es más, durante estos cuatro años, el 85 % de los miembros del gabinete de Trump ha sido reemplazado, algunas posiciones, varias veces.

Por simple temor a ser ridiculizados por un presidente ofensivo y vengativo, los republicanos en el Congreso han sido incapaces de establecer un contrapeso efectivo y la Corte Suprema no puede inmiscuirse directamente en asuntos políticos.

Cuando hice algunos de esto señalamientos al inicio de la presidencia de Trump, subrayaba que “Si Trump no perdura, el vicepresidente Mike Pence, independientemente de sus actuar ideológico, con su postura afable y de seriedad, puede ser la pieza que garantice algo de estabilidad para que el resto del sistema funcione a corto o mediano plazo”. Pence se sumó sin pestañar y ha defendido a Trump a como dé lugar. El tiempo ha probado que el “establishment” no pudo contener a un presidente que evidentemente ha puesto en peligro la estabilidad social y política de esa nación.

Todo parece indicar que Trump y los republicanos perderán las elecciones dentro de dos semanas, pero el daño está hecho. Estados Unidos tiene desafíos internos muy peligrosos; ha perdido su reputación alrededor del mundo y probará ser difícil el reto de retomar su supuesta supremacía mundial.

Comunicador social.
Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones