• 06/10/2010 02:00

Estimado político:

S í, estimado, porque bien sabes que eres parte de la vida cotidiana de todos y por ejercer esa condición social como político, puedes l...

S í, estimado, porque bien sabes que eres parte de la vida cotidiana de todos y por ejercer esa condición social como político, puedes llegar a convertirte en presidente de mi país. Y, eso te da solo dos posibilidades: Hacer el Bien Común o hacerte millonario, famoso y con poder. Tú eliges. Pero, antes de que te llegue esa oportunidad de escoger cuál será tu misión permíteme decirte lo siguiente:

No soy una autoridad en materia política, simplemente soy una ciudadana preocupada por la sociedad que le vamos a dejar a nuestros hijos. Como político tienes una gran responsabilidad frente a las nuevas generaciones, porque debes ser modelo y punto de partida para la concepción del mundo y de la vida.

El asunto es que tristemente he notado que en muchas ocasiones, más que un amor a la verdad y al rigor profesional de algunos de ustedes los políticos, es que nos manipulan a su antojo por motivos personales, económicos y de poder.

Pensemos un momento que llegaste a ser presidente, y que tu discurso como mandatario cambió radicalmente al que solías usar cuando candidato. Y, este nuevo discurso se encuentra diametralmente alejado de la realidad de lo que se vive en este país y provoca confusión, odios y malos entendidos entre todos y, de los grupos políticos que te adversan. ¿Crees tú que eso es justo? No, ¿verdad? Entonces, como presidente de mi país debes siempre tratarnos como seres pensantes y no como estúpidos.

Por tus intereses o ideologías mal concebidas podrías engañarme y hasta manipularme; pero en el momento que descubra la verdad me sentiré traicionada y resentida contra ti. La reacción puede ser tremenda, y lo más seguro me dirás: ‘A mí qué me importa, si ya logré lo que buscaba’. Pues, sí te debe importar, porque tu actuar tiene consecuencias nefastas, si no actúas en beneficio de todo aquel que te eligió.

Lo que menos quisiera es escuchar discursos falsos, dogmáticos y rígidos. Quiero oír argumentos que tengan rigor en la búsqueda de la verdad para nuestro desarrollo personal y social. Quiero escuchar discursos en los que se haga justicia con precisión y propiedad, hacia la perfección humana y social.

Tu trabajo debe ser crucial para que nosotros, el común de los mortales, podamos alcanzarla a través de tus palabras y de tus hechos y le des sentido, hondura y plenitud a nuestro existir, siempre comprometido y responsable con la verdad y que involucre tu cabeza y tu corazón, y cuya labor sea la de aclarar, responder e iluminar las cuestiones que nos preocupan a todos.

El hombre se construye a través de sus acciones que van dejando una marca en él; así que, práctica las virtudes y, ya lo decían los antiguos griegos: ‘A un hombre virtuoso le apasiona lo verdadero, lo bueno y lo bello. Y por eso, son personas por las que sentimos gran simpatía, nos interesan y les creemos, independientemente de su posición social o educación o ideología política’.

Para lograr el prestigio tan deseado por ti, necesitas la disciplina de la voluntad, para trabajar con inteligencia hacia el continuado perfeccionamiento del conocimiento de tu área. Si no lo haces, así serás como un demente que se deja llevar por su afectividad y opiniones personales perdiendo rigor en el discurso y veracidad frente a un pueblo desgastado por tu ineptitud.

Si desconoces algo, no descalifiques. Debes pensar que todos podemos aprender de los demás y de su experiencia y que, además, puedes estar equivocado o poseer solo una perspectiva limitada del problema que se trate. Agradece la aportación de los demás, pero para esto necesitas humildad y no es fácil. Debes cultivarla.

Solo cuando leas, reflexiones y cuestiones, lo que es mejor para el buen desarrollo de tu país, estarás en situación de poder aportar algo práctico, sustancial y transformador y no algo supuestamente innovador y llamativo, que se vende bien, pero que resulta inútil y en muchas ocasiones torpe.

Y, si en verdad llegas a ser presidente, debes preocuparte por entrar en sintonía con nosotros. Con todos. No dejes a nadie por fuera. Ni al peor de tus adversarios. Suma, no restes. No te alejes de la realidad que vivimos, como si viviéramos en mundos diferentes: ‘Yo el real y tú el imaginario’. Recuerda que lo que dices y cómo lo haces es una proyección de tu propia vida. Por lo tanto, necesitas llevar un estilo de vida que facilite el crecimiento personal, tanto el tuyo como el de las personas que te rodean. Un estilo de vida mucho más humano, con todo lo maravilloso que eso implica.

*ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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