• 24/08/2009 02:00

Resucitemos la ética periodística

La fecha tres de febrero de 2005 la tengo grabada en lo más profundo de mi mente. Ese día una madre vio cómo cuatro de sus hijos morían ...

La fecha tres de febrero de 2005 la tengo grabada en lo más profundo de mi mente. Ese día una madre vio cómo cuatro de sus hijos morían al inhalar gases tóxicos en una empresa que se dedicaba a reciclar desperdicios de aves. Dicen que para una mujer no existe otro dolor más fuerte.

Después de aquel acontecimiento no se hicieron esperar algunas aves de rapiña. Llegaron buscando la carroña. Fue increíble que ante tanto dolor le preguntaran cómo se sentía al ver morir a sus cuatro vástagos. ¡Vaya interrogante! En qué estaban pensando esos que se dicen llamar comunicadores sociales. ¿Acaso el medio para el que trabajan no tiene un manual de estilo? No es mi intención etiquetar a todos los que se dedican a este noble ejercicio, pero, ya es tiempo de que los directivos de medios mediten sobre lo que está pasando.

Las televisoras se han convertido en generadoras de sangre. Después que usted mira y oye los espacios noticiosos, de la TV local, lo siguiente será buscar una biblia o dirigir los pasos hacia la iglesia más cercana para una confesión de última hora. El mundo está por acabarse y deseamos llegar al cielo.

Hace unas semanas, Canal 2 presentó las imágenes de un joven de apenas 21 años maltratando a un menor de edad. La primera reacción fue de frustración contra ese diabólico personaje. A medida que transcurría el tiempo repetía una y otra vez las escenas. La ira se fue trasladando; ahora era contra el medio. ¿Qué perseguía con la insistencia de esa transmisión? A los directivos de Canal 2 les recomiendo más prudencia con noticias de esa índole. Lo que hicieron aquel día fue repudiado por la inmensa mayoría. Las intenciones de ganar audiencia se convirtieron, para mí, en una derrota desastrosa.

Son múltiples los ejemplos de mal periodismo. Lo que más me irrita es que la mayoría de mis colegas no tiene la caballerosidad para reconocer los errores. En los últimos años también he notado que la queja generalizada radica en la falta de un periodismo balanceado, donde se les dé cabida a todos los actores de un hecho. Cuando esto ocurre la respuesta lacónica del medio es: “llamamos a su celular, pero no contestó”. Pienso que los periodistas no agotan los recursos antes de publicar una historia. Considero que la ansiedad por ser primero los lleva a no agotar los recursos.

Hace unos meses la ex primera dama Dora de Pérez Balladares convocó a la prensa para hablar de Explora. Una iniciativa hermosa, altruista, positiva; solo fue el 2% de los periodistas invitados. Estoy seguro de que si los hubiera llamado anunciándoles que en las instalaciones se encontró muerto al celador, hasta las agencias internacionales se hubiesen presentado. No solo lo malo es noticia. Si continuamos promoviendo la violencia eso es lo que cosechará la sociedad.

El diario El País , de España, no publica los suicidios, a menos que el involucrado tenga mucha resonancia. Y no lo hace porque puede generar el efecto de imitación.

Colegas periodistas, ¿cuántos matones hemos creado con nuestras historias sangrientas? ¿A cuántas personas las hemos llevado al suicidio con las publicaciones de este tipo?

Pareciera que la imprudencia de Canal 2 generó un gran debate con resultados alentadores para periodistas y público. Retomemos el camino y hagamos renacer esa parte de la filosofía que es muy importante en toda disciplina. Volvamos a la Ética.

*Ex secretario de Prensa de la Presidencia.rehernandez19@gmail.com

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