• 04/08/2022 00:00

La evolución del derecho a la salud pública en Panamá

Hace 119 años atrás, el estado de la higiene y salud pública de Panamá era caótico, no existía acueducto para el agua potable, ni alcantarillado en la ciudad

En estos días de crisis social, tuve la oportunidad de dictar una conferencia sobre el Derecho a la salud, quise desarrollar mi exposición enfocándome en los valores que se centran en el Estado como organización social con principios democráticos y garante de los derechos fundamentales, entre los que se encuentra el derecho a la salud.

Con motivo del centenario de la República, leí una cita del Dr. Harry Castro Stanziola: “La salud como la libertad es de esos bienes que solo cuando los perdemos los sabemos apreciar”.

A los estudiantes les expresé que las conferencias son eventos académicos, donde debemos debatir, aprender, comprender nuestros problemas sociales, políticos, económicos, y después ponerlos en práctica; de ahí lo que alguna vez dijo: J F Kennedy “No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tú país”. Y es en las universidades donde empezamos hacer cambios y hacer aportes para ser honrados ciudadanos.

Nuestros antepasados no estuvieron complacidos, de poder poner en práctica y plasmar en leyes, y en especial en las Constituciones, enunciados de que "todos los hombres son iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la  libertad  y la búsqueda de la felicidad". Vivir en sociedad, tenía otros valores y en especial en la Revolución Industrial queda plasmado que el trabajo, la educación, la vivienda y la salud, son también bienes que deben ser protegidos y salvaguardados por el Estado, así nacen los derechos sociales, económicos y culturales, donde vamos a encontrar el derecho a la salud

De este recuento histórico nosotros los panameños recibimos la influencia de esos hechos, pero también debemos mirar nuestra realidad como sociedad. “La epopeya del saneamiento del istmo, iniciada en 1904, vale la penar recordarse en vísperas del Centenario de la República. En efecto la altísima mortalidad y la morbilidad extrema que caracterizaron a Panamá desde tiempos inmemoriales principiaron a ceder a partir de 1906 en la ciudad capital gracias a la cruzada emprendida por científicos estadounidenses quienes se dedicaron a conjurar el flagelo de las enfermedades endémicas tropicales a poco de la secesión de 1903. (La Prensa, 29 de junio de 2003).

Hace 119 años atrás, el estado de la higiene y salud pública de Panamá era caótico, en esta ciudad no existía acueducto para el agua potable, ni alcantarillado; las calles eran salvo en verano, permanentes lodazales en los cuales también se acumulaba la basura.

El desarrollo del derecho a la salud, en esta República se dio a pasos lentos, a través de decretos y leyes se fue reordenando la salud pública. El desarrollo de los derechos sociales se da en nuestro país a primeramente a través de leyes y decretos, a pesar de que ya el mundo experimentaba un desarrollo más amplio de los derechos sociales, como República, tuvimos que esperar llegar a la década del 40 para que, en la Constitución de 1941, se consagrara muy básicamente sobre los derechos sociales; y posteriormente en la Constitución de 1946 se ampliara los derechos sociales, incluyendo un capítulo dedicado a la salud, lo cual ha prevalecido hasta nuestra Constitución actual.

Cuando nos referimos al término salud, no solamente es ausencia de enfermedad, sino que además la salud abarca, todas las etapas de vida de una persona, su alimentación, su entorno, su vivienda, su vida profesional.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948, consagra el derecho a la salud en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”

El Estado debe diseñar y estructurar su sistema de salud acuerdo a su cultura, condiciones geográficas y sociales. Hoy es prioritario controlar el incremento de costos, disminuir la insatisfacción de los ciudadanos/pacientes por las demoras o la calidad en las prestaciones de servicios, sin tener que pasar penurias financieras al momento de necesitar la atención, ahora y en el futuro.

La crisis sanitaria nos mostró las debilidades sociales, hay una gran cantidad de panameños y panameñas que viven en condiciones de vulnerabilidad social, que les imposibilita tener calidad de vida: Urgen mejorar un nivel de bienestar: Vivienda dignas, resolver la falta de agua potable hasta en las propias zonas urbanas, mejorar la recolección de la basura, facilitar el acceso a medicamentos, mejorar la atención primaria, mejorar la red hospitalaria, entre otros aspectos. Minouche Shafik en su libro “Lo que nos debemos unos a otros”, nos deja como reflexión, citando el pasaje final del Informe Beveridge “el derecho a tener las necesidades básicas y cubiertas no es algo que se pueda imponer por obligación ni otorgar a una democracia, sino que esta debe ganárselo. Y para ello se necesita valor y fe, y cierta conciencia de unión nacional: valor para afrontar los hechos y las dificultades y superarlas; fe en nuestro futuro y en los ideales de obediencia a las normas y de libertad por los que, siglos atrás nuestros antepasados estuvieron dispuestos a morir; y conciencia de una unión nacional que esté por encima de los intereses de cualquier clase o sector particular.”

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