El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...
- 07/12/2022 00:00
Excesos con la clientela bancaria
La señora miraba estupefacta al cajero mientras éste le explicaba que el depósito que se disponía a hacer, se destinaría a abonar su deuda con la entidad y le anunció que también habían extraído de los fondos que tenía ahorrados, el pago de los intereses del periodo de la moratoria. La dama no atinaba a creer lo que escuchaba; ¿cómo era que le habían sacado dinero de sus ahorros, sin siquiera comentárselo?
Este tipo de sorpresas se producen a menudo en las relaciones entre los bancos locales y sus clientes y terminan por incrementar los costos de las operaciones en perjuicio de quienes se acercan a esas corporaciones a iniciar un trámite para obtener un servicio, a través de un préstamo. Dudas, anulaciones, pagos no previstos, descuentos, intereses sorpresivos, constituyen escenarios que encuentran las personas en tales transacciones.
Otro caso: “Señor, usted no tiene seguros en su cuenta y cualquiera en un sitio desconocido, se puede meter en el sistema y hacer pagos no controlados y peor, que no hayan sido aprobados. Por tanto, requiere un seguro y se lo podemos ofrecer y solo implicaría un pago mensual de unos pocos dólares”, dijo el joven desde detrás del vidrio, mientras procesaba una cuenta. “Y ustedes, ¿no se supone que tienen un seguro para cada cuenta?”, respondió el cliente.
Son productos o prestaciones que se ofrecen a quienes han confiado y cuentan con algún tipo de depósito. Surgen nuevas disposiciones, que, por lo general, implican pagos adicionales y la disminución del haber. Todo actúa en contra del que tiene dinero ahorrado, un tipo de tarjeta o depende de un servicio.
Alguien pagaba una compra que hizo a través de su tarjeta y al dar los detalles de ella, la computadora le dijo que no podía cerrar la operación porque faltaban algunos datos. Se volvió a ingresar toda la información y sucedió igual. El tarjetahabiente fue al banco a investigar la razón de lo sucedido y al revisar el sistema, le dieron la noticia de que el problema era que no se habían actualizado los datos.
“¿Cómo, pero si nunca me escribieron para indicarme sobre tal procedimiento?”, respondió el cliente y le pidieron excusas, pero insistieron que debía actualizar los datos. Una vez que lo hizo, se terminó el problema. “¿Y qué hubiera sucedido de haber estado en algún otro país y ver frenada una transacción?”, “Bueno, usted debería ponerse en contacto con nuestras oficinas”, le respondió quien atendía la situación.
En ocasiones, sí llaman al cliente para darle la nueva de que ha cambiado el canon de los intereses, que ahora aumentaron y que debe incrementar la cuota del préstamo o prolongar el tiempo de pago para quedar a paz y salvo. ¿Cómo es posible que, una vez pactado una relación, ella se cambie en detrimento de quien suscribe el contrato? Un abogado explica: “está en las letras chicas del documento que se ha firmado”.
Pero nunca ha ocurrido lo contrario y hayan dicho: “le redujimos la deuda porque bajaron los intereses”.
En ocasiones, no se tiene actualizada la situación del cuentahabiente. “¿Podría decirme cuánto debo, señor?”. La suma adeudada es tanto. Quien pregunta, se asombra porque creía que era menor el monto y lo mandan a consultar en el departamento respectivo, donde le confirman que, en efecto, su cálculo es el correcto y se produjo un error; “vamos a corregir su expediente”, le aclaran.
Esta relación entre entidad bancaria y clientes suele estar regulada por contratos y la normativa por lo general se dedica a aspectos muy generales y no específicos, que deben ser atendidos en la esfera civil. Esto deja en desventaja a aquellas personas que ponen sus recursos bajo la custodia de una compañía que utiliza tales fondos para otras transacciones y que le brindan beneficios.
Quien negocia con la banca requiere mayores garantías.