• 13/05/2015 02:01

Horacio F. Alfaro J. y la Cámara de Comercio

‘Papacito', como le decíamos sus nietos, era un hombre sencillo, honesto, humilde e inteligente

Cien años cumple el 17 de mayo próximo la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP), fundada por un grupo de ilustres empresarios y profesionales en los albores de la República.

Le correspondió a don Horacio Fermín Alfaro Jované presidir su primera junta directiva, abogado de profesión, embajador en Washington, secretario de Relaciones Exteriores, comerciante y en especial, me consta, un excelente padre, esposo y abuelo. ‘Papacito', como le decíamos sus nietos, era un hombre sencillo, honesto, humilde e inteligente. Lastimosamente fueron solo ocho años que el destino me permitió recoger algunos frutos de su sapiencia; no obstante, los mejores recuerdos de mi niñez fueron en su casona de piedra en calle 43, donde cada domingo religiosamente íbamos a almorzar después de misa todos sus hijos y nietos.

Nada se comparaba a jugar con los primos(as) las cuatro esquinas, el escondido y rayuela, amén de las arepas de huevo, sancocho, arroz con pollo, tasajo, plátano en tentación y en especial el flan de caramelo que con celo y cariño preparaba mi abuela cartagenera, ‘Mamanina'. Después del almuerzo y mientras los tíos tomaban su té o café e iniciaban su tertulia dominical en la terraza, mis primas atendían a sus muñecas y los primos corríamos en el jardín o jugábamos al Pix o a las canicas de vidrio.

Mataba también por ir a dormir los viernes en la noche con mis abuelos, pues los sábados temprano el parque Urraca era un campo deportivo —béisbol, basquetbol, salto y garrocha—, había que llegar temprano para coger un pique.

A mi regreso del parque el recibo de la casona estaba lleno de gente, usualmente personas muy humildes, quienes recurrían a ‘Papacito' para algún remedio casero a sus dolencias; su estudio-biblioteca lleno de libros, me dejaba observar algunas tablillas con frascos de hierbas, polvos o pociones y de morteros para moler y mezclarlas. Años después de su partida me enteré que durante sus estudios de abogacía en Colombia había encontrado tiempo para estudiar la ciencia de la cura natural conocida como Homeopatía.

En otras ocasiones me atraía un agradable olor a vainilla, proveniente del tabaco de su pipa y lo encontraba sentado en su escritorio preparando casos legales, recuerdo que me comentó sobre una misión muy desagradable que le había encomendado el presidente y era ser custodio de los bienes confiscados a extranjeros residentes en Panamá, cuyos países formaban parte del eje alemán, en especial de los italianos y japoneses, fue la única vez que le escuche mencionar la CCIAP como su soporte en esta gran responsabilidad que le habían confiado.

Años más tarde pude lograr copia de un documento, que atesoro, expedido por la Cancillería de la República después de la guerra, donde se le agradecía el completo informe final de la devolución de los bienes, propiedades y activos a estos extranjeros, donde además se reconocía que no había existido ningún reclamo ni había faltado un solo centavo de las cuentas bancarias entregadas a él. No solo atendía mi abuelo asuntos legales en su bufete de abogados ‘Alfaro, Sucre y Morales', sino que también sirvió como coadministrador o albacea de algunos almacenes de propiedad de comerciantes extranjeros, como lo fue el conocido Bazar Francés.

Cuando ocupé la Embajada en Washington, me llenó de orgullo ver su nombre inscrito en la placa de exembajadores plenipotenciarios y el pensar que yo iba a acompañarlo en esa lámina, fue mi mejor recompensa.

La CCIAP ha cumplido un rol sumamente importante en la historia republicana, siendo hoy el gremio empresarial más importante y beligerante del país, cuyos nunca bien ponderados fundadores: Horacio Alfaro J., Manuel Espinosa B., Camilo Quelquejeu, P.G. Eastwick, Juan A. Jiménez, Eduardo Icaza, Erick Barham, Arturo Delvalle, Gus Eisenmann y Juan Navarro fueron sus creadores y formaron la primera junta directiva. Los familiares de tan ilustres ciudadanos estamos muy orgullosos por tan importante aniversario y felicitamos a todos sus posteriores presidentes, directores y colaboradores, quienes han sabido a través de los años mantener en alto el prestigio y la honra de ese gran legado.

‘Feliz Centenario a todos sus miembros'.

ABOGADO

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