• 26/09/2008 02:00

Foros para la libre expresión

Dos importantes eventos realizados esta semana en Panamá, el V Congreso del Centro Latinoamericano de Periodismo —CELAP—, sobre “Educaci...

Dos importantes eventos realizados esta semana en Panamá, el V Congreso del Centro Latinoamericano de Periodismo —CELAP—, sobre “Educación Periodística, Acceso a la Información y Periodismo Multimedia” y el II Foro Nacional sobre “El impacto de la programación de Televisión”, organizado por el Consejo de Rectores de Panamá, Ministerio de Gobierno y Justicia y la Cátedra UNESCO sobre Libertad de Expresión, han sido formidables experiencias que motivaron temas tan palpitantes como la libertad de expresión, los poderes frente a los medios de comunicación, el periodismo en la construcción de las sociedades democráticas y su responsabilidad social ante las exigencias ciudadanas.

Como tuve la oportunidad de participar en ambas jornadas, debo decir que celebro estas iniciativas, porque, además de su importancia pedagógica, reflejan el interés de sus organizadores por dotar al país de herramientas indispensables para afianzar la cultura de paz. Y uno de los asuntos que mencioné, a propósito del periodismo frente al poder público, es que desde la intimidad del gobierno, nos ha parecido que las sociedades reclaman equilibrios, y para lograrlos, hay que hacer de la autocrítica un instrumento de uso continuo, un antivirus humano que proteja a las instituciones y a los centros de poder de la información, léase instituciones o prensa, de las perversiones que asoman a sus sistemas y llegan inclusive a amenazarlos, deformarlos o a convertirlos en instrumentos generadores de violencia.

En cuanto a la libertad de expresión, Panamá es excepcional. Recordé que el pueblo es celoso de este derecho y cité como ejemplo que todos pueden ir a un programa de televisión o radio y decir lo que sea, sin ser censurado por el gobierno o por el medio, que tiene como norma voluntaria la autorregulación. Tal vez, la sociedad lo reproche moralmente y esa sanción, digamos, es suficiente y sabia, concluí.

Traigo las reflexiones a este espacio en aras de que sigamos estimulando estos escenarios y nos fortalezcamos como sociedad en la defensa de la libertad de expresión y en el cuidado de sus responsabilidades por todo el conjunto Estado, sobre todo, para quienes ostentan el privilegio de ser informadores, formadores de opinión y educadores de la sociedad, y que desde sus fortalezas, inciden o llegan a incidir en la personalidad, por así decirlo, de las conductas colectivas, dando por entendido que la prensa en general es la primera instancia en la que la gente puede creer, según lo dicen los expertos.

Pude opinar que tal vez aún no gozamos de la excelencia, y que tal vez esta televisión nuestra sea joven y empieza a preparar o masificar el recurso humano indispensable para que con imaginación pueda emprender procesos comunicacionales más auténticos.

Finalmente, me referí al acceso a la información, que es donde se pulsa la relación controvertida y necesaria Gobierno–prensa, partiendo del reconocimiento del papel incansable del periodismo como defensor y activo constructor de los valores democráticos, sin los cuales no es posible asimilar la noción de una prensa libre. O como lo reiteré en el Congreso del CELAP, nuestras democracias se miden por el tamaño moral y presencial de que hoy dispone la prensa libre en América Latina, y Panamá figura entre las primeras.

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