• 22/02/2024 00:00

¡Guías para escoger buenos gobernantes!

[...] A las fechas en que estamos, faltarán más de dos meses para los comicios. Por consiguiente, hay tiempo sobrado para que los electores tomemos nuestra decisión... Lo primero es descartar las candidaturas por las que no votaría, ni ahora y no en mayo [...]

Con su transcurrir inexorable, vamos consumiendo los días y las horas que nos acercan al momento de ejercer el derecho supremo, pero muy fugaz, de decidir con nuestro voto quién o quiénes dirigirán el gobierno durante el próximo quinquenio, con todas las consecuencias que, positiva o negativamente, afectarán a la nación como un todo y a todos nosotros y a nuestras familias.

Los protagonistas de los papeles estelares, desde luego, son los candidatos y candidatas, seis hombres y dos mujeres que son las ofertas entre las que podremos escoger. Sus posibilidades de recibir “el mayor número de votos” (la frase utilizada por el tortuoso artículo 447 del Código Electoral, para explicar cómo se determina el ganador o la ganadora) son muy diferentes, según se traduce de los sondeos y pseudo encuestas, que cada día serán más frecuentes, así como los pronósticos de esas especies, con tendencia a proliferar de “opinadores, politólogos, analistas y gurúes”.

Por ahora y como un consejo sano, mi recomendación es no prestarles mayor atención, por varias razones: 1). Porque, como dice un viejo refrán, todavía falta “que mucha agua corra bajo los puentes” 2). Porque el desenlace que tenga la controversia sobre la candidatura del candidato que marca primero en las encuestas, podría cambiar la orientación de un importante porcentaje de los electores y 3). Porque todavía es muy prematuro medir los efectos que tendrán algunas campañas positivas y negativas, abiertas o solapadas, a favor o en contra de algunos candidatos.

A las fechas en que estamos, faltarán más de dos meses para los comicios. Por consiguiente, hay tiempo sobrado para que los electores tomemos nuestra decisión, la que, entre más meditada, seguramente, será la que mejores resultados produzca.

Para toda elección hay que estimar que ya existe un porcentaje del electorado que, por sus afiliaciones partidarias, “está cuadrado” con los candidatos de sus respectivos colectivos. Sin embargo, nuestras pasadas elecciones nos enseñan que no siempre coinciden los afiliados a una tolda política con los votos que reciben sus abanderados presidenciales. Y, con seguridad, en las próximas elecciones las disparidades tenderán a aumentar negativamente, o sea, que varios candidatos partidarios recibirán menos votos, en varios casos muchos, que los adherentes que acreditan como inscritos en sus partidos. Y, en los casos de las candidaturas de libre postulación, las diferencias negativas serán superlativas. A eso le pueden apostar y acertarán, porque, con seguridad, habrá más sorprendidos que sorpresas.

Por si de algo pueda servir a las personas que dispensan su atención a mis escritos, les compartiré el método que aplicaré para decidir mi voto. En primer lugar, no me concentraré en preocuparme, por ahora, por mi decisión final, es decir, a quién, específicamente, votaré, sino que invertiré el orden para, primero, descartar las candidaturas por las que no votaría, ni ahora y no en mayo. En segundo lugar, cuando, como resultado, las opciones se reducirían a 2 ó 3, aplicaré como criterio ponderar la utilidad del voto. A este camino nos obliga la inexistencia de la doble vuelta. Todo votante deberá ser consciente de que su voto puede tener o no relevancia, en función de la incidencia que tenga sobre el resultado de la elección, es decir, sobre quien finalmente es ungido al solio presidencial. Si tuviéramos doble vuelta, en la primera se puede votar, aún a sabiendas de que la candidatura que escojamos no tiene opciones reales de triunfar; pero al no existir, la opción sensata es el “voto útil”.

En tercer lugar, cuando ya se han descremado las opciones, aconsejo agregar otro criterio, que responda a la siguiente pregunta: ¿Quién, en función de su credibilidad y del equipo que le acompañaría (a todos los candidatos debemos exigir que los hagan del conocimiento público) tiene la posibilidad de hacer el mejor gobierno?

Observarán que no hago mención a los “denominados planes de gobierno”. Deliberadamente, les resto importancia, igual que se la resto, a los “debates presidenciales”. Todos, sin excepción, son y siempre han sido un rosario de promesas virtuosas y hasta milagrosas, porque el papel y el discurso se prestan casi para todo. Lo importante no es lo que se anuncie en ellos, sino la credibilidad de quien hace las promesas.

En mayo no solo votaremos para presidente; también lo haremos para diputados, alcaldes y representantes y, por tanto, nuestro ejercicio de selección debe extenderse hasta a cada uno de esos ámbitos y niveles.

Panamá lo que necesita es un buen gobierno y si votamos con buen criterio se lo podemos dar, para el beneficio de todos.

El autor es abogado
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