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- 31/05/2021 00:00
Es la hora de volver a las aulas
De acuerdo con el Ministerio de Educación, todo está listo para que, a partir de hoy, 80 escuelas comiencen el proceso de clases semipresenciales de manera segura y progresiva; y los estudiantes, en su mayoría, están ilusionados por la posibilidad de retornar a las aulas y a la vida escolar. Sin embargo, muchos docentes y padres de familia manifiestan que el mal estado de las escuelas no favorece el regreso a clases, agregando que hasta que todo el personal docente no esté vacunado, no se sentirán seguros.
No puedo negar que tales reclamos poseen suficiente legitimidad, y cumplir con esas expectativas debe ser parte importante de las condiciones obligatorias para el retorno. Amén del cumplimiento con los seis requisitos que establece el propio Meduca, entre los que se destaca la vacunación de los docentes, adecuación de los planteles y la conformación del Comité Escolar COVID-19. Y, agrego yo, buscar la manera de vacunar a todos los niños mayores de 12 años.
Lo que no podemos perder de vista en este debate, como señaló recientemente Unicef, es que, “Panamá es el país del mundo con mayor cantidad de días sin educación presencial o semipresencial, y este cierre tan prolongado de las aulas impactará el aprendizaje de estudiantes, aumentará la desigualdad, pobreza, violencia, embarazo adolescente y tendrá afectaciones en la salud mental de la niñez y la adolescencia”. Hay que volver a las aulas antes de que el daño sea irreversible.
Entonces, de lo que se trata ahora es de sumarnos todos, Gobierno, gremios y sociedad, para superar de inmediato los obstáculos que ponen en riesgo esta necesaria reapertura, para que “los niños, niñas y adolescentes, especialmente los que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y que no cuentan con los dispositivos, conexión o el apoyo requerido para la educación a distancia, pueden acceder voluntariamente a la educación una vez que su centro educativo haya cumplido con la certificación por parte de las autoridades”. Y esta certificación tiene que ser con participación de docentes y padres de familia.
No será tarea fácil, pues desde hace dos meses la epidemia parece estar fuera de control en el país, reportando un claro aumento de los casos y fallecidos diariamente. De hecho, la semana que terminó el sábado pasado reportamos 870.0 casos por millón de habitantes, la cifra más alta desde el 28 de febrero, y 9.5 fallecidos por millón de habitantes, también la cifra más alta desde hace meses. Aunque hemos administrado más de 1 millón de dosis de vacunas, estamos muy lejos de alcanzar el 70 % de cobertura necesario para tener la inmunidad colectiva que nos protegería del contagio por el virus de la COVID-19.
Adicionalmente, la velocidad de transmisión del virus se mantiene por encima de 1.0 y también muestra una tendencia al aumento en varias provincias y corregimientos. Lo mismo ocurre con la positividad de las pruebas de laboratorio, que se ubicó la semana pasada en 5.6 %, lo cual significa que miles de personas están positivas sin saberlo y transmiten el virus. Y como si fuera poco, ya tenemos cuatro variantes más transmisibles y agresivas circulando en el territorio nacional.
Lo anterior no es una declaración amarillista con la intención de crear pánico en la población. Al contrario, es el producto de un análisis muy serio para ayudarnos a tomar conciencia de la situación y actuar en consecuencia para poder retomar con éxito la educación presencial.
En ese escenario, hay que buscar, todos juntos, la forma de recuperar el control de la epidemia. Para comenzar, la población, así como la empresa privada, deben cumplir con su parte, recuperando el compromiso y la disciplina ciudadana y empresarial que nos permitió salir de la anterior ola de la enfermedad. Por su parte, el Gobierno debe redoblar el esfuerzo de la trazabilidad, incorporando ahora un incremento necesario en la secuenciación genética que nos permita identificar las variantes de preocupación que están circulando en el territorio. Y, lo más importante, conseguir más vacunas para llegar más rápido al 70 % de cobertura necesaria. Todo lo anterior con un abordaje que priorice los corregimientos más afectados.
Y este es el complicado contexto para retomar la educación presencial. Como señalé al inicio, no me cabe duda de que ya es hora hacerlo. No obstante, la decisión de reabrir las escuelas debe guiarse por un enfoque basado en la identificación y control de los riesgos, la búsqueda de los mayores beneficios educativos, de bienestar y de salud para los estudiantes, el personal docente y auxiliar y la sociedad en general. Además, debe contribuir a prevenir un nuevo brote de COVID-19 en la comunidad. Tienen la palabra el Meduca y el Minsa.