• 06/02/2015 01:00

Capital humano: Frustración por educación náutica

Cuando me gradué como ingeniero náutico con especialidad en maquinaria naval, lo hice con la convicción

Cuando me gradué como ingeniero náutico con especialidad en maquinaria naval, lo hice con la convicción de que el futuro de los panameños estaba en el mar. Cuando estudiaba pensaba que, tal vez, algún día trabajaría en el Canal de Panamá. Puse todo mi empeño en graduarme de la Escuela Náutica de Panamá, fuente que nutría la fuerza laboral encargada de las operaciones del Canal y a la marina mercante. Nuestro director era un oficial de marina con conocimientos y capacidad para manejar los asuntos marítimos con profesionalismo.

En estos tiempos de alta tecnología se exige en docencia una mayor preparación, tanto académica como tecnológica, además de experiencia para transmitir conocimiento, administrar y dirigir. En las academias dedicadas a formar profesionales y técnicos para la industria del transporte, sus rectores son profesionales con la más elevada preparación; sin menoscabar otras profesiones, jamás se permitiría que un albañil o un decorador de interiores dirija una academia tan especializada. Violar este principio elemental pondría en riesgo la enseñanza, con probable deterioro de la institución y de la calidad de sus egresados. El costo final lo pagaría el país que envía al mercado competitivo del transporte a técnicos y profesionales con una precaria formación.

Por falta de interés y/o desidia, en la Universidad Marítima Internacional de Panamá (UMIP) su máximo órgano de gobierno, el Consejo Superior, que de sus siete miembros solo dos son educadores (la ministra de Educación y el director de la Ciudad del Saber), tomó la decisión errónea de encargar como rectora interina a una persona que no posee los requisitos académicos ni profesionales para asumir la responsabilidad de dirigir los destinos de la enseñanza náutico-marítima por el rumbo correcto.

Preocupa que el gremio que nos representa en el Consejo, la Asociación Panameña de Oficiales de Marina (APOM), haya sido poco menos que indiferente a esta anomalía, y tampoco ha tenido el tacto de dar explicaciones a su membresía. Esperamos que el nuevo presidente de APOM asuma un papel digno, defendiendo no solo la profesión náutica, sino el propio futuro de aquellos jóvenes que confían en la calidad académica de la UMIP. Los miembros activos de APOM (cotizantes) exigimos respeto; ¡basta ya de rodeos y silencio cómplice!

Decía Séneca: ‘Nadie sabe si tiene viento a favor, si no sabe para dónde va’. Esta frase se la podríamos endilgar a la UMIP, pues después de nueve años de haber sido fundada, su comunidad académica ignora la ruta que debiese llevarla al cumplimiento de sus objetivos primordiales, los cuales son los de estar en línea con la Estrategia Marítimo-Logística Nacional. ¿Cómo podría lograr este objetivo si su rectora no está capacitada para semejante responsabilidad?

Una vez se corrija la deficiencia señalada, la UMIP debe dedicarse a identificar sus deficiencias para buscar los correctivos. Ella recibió su acreditación de CONEAUPA, pero se encuentra a la deriva desde el punto de vista de la jerga marina. Veamos por qué:

Aún no ha logrado resolver el problema para embarcar a los graduados de cubierta, a fin de que puedan recibir su acreditación como oficiales.

Carece de una vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles que vele, entre otras cosas, por el embarque de los egresados.

La colegiatura es onerosa, lo que obliga a muchos acudientes a firmar compromisos que no pueden cumplir.

El Estado ha invertido más de $70 millones, sin que se haya realizado una auditoría para validar la efectividad de dicho esfuerzo presupuestario.

Aún carece de un buque escuela y de una carrera docente que incentive el perfeccionamiento de su personal.

En 2006 se inició el esfuerzo hacia un Plan Estratégico, pero su actualización duerme el sueño de los justos en algún es critorio.

Las TIC’s brillan por su ausencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Los convenios internacionales permanecen congelados; urge ponerlos a funcionar.

Panamá no aprovecha la ventaja que le brinda ser el principal contribuyente de la Organización Marítima Internacional, para convertir a la UMIP en un émulo de la Universidad Marítima Mundial, regentada por la OMI.

Ha carecido de capacidad para fomentar la relación Universidad-Estado, para potenciar su desarrollo.

Por supuesto que hay muchas otras deficiencias que corregir para que la UMIP cumpla su cometido. El Consejo Superior tiene la palabra.

*INGENIERO NÁUTICO Y PROFESOR UNIVERSITARIO.

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