De conducta humana (I)

Según la mitología griega, ‘abrir la Caja de Pandora’ ‘significa crear una acción en apariencia pequeña o inofensiva, pero que puede acarrear consecuencias catastróficas’. ‘Es como traer a la vida nuevos males o desgracias’. A Pandora se le dio a guardar una caja que contenía todos los males del mundo, con la prohibición de no abrirla. Pero pudo más su curiosidad y la abrió, dejando escapar todos los males que aquejan al mundo.

La mitología es el intento del hombre antiguo que busca una explicación a fenómenos de la naturaleza: el sol, el fuego, las tormentas y el rugido del mar, etc. En tanto el libro de la creación, la Biblia, para los exégetas, (los que escudriñan), sería un verdadero compendio de origen divino; es decir que a diferentes momentos de la historia (Viejo y Nuevo Testamento), Dios puso en la mente de individuos (escritores de la Biblia) las expresiones que aparecen allí escritas, que no son sino la palabra de Jehová; la verdad del ‘GRAN YO SOY’, el Director General o el Alá de los musulmanes, entre otros nombres que asume Dios, según sea el carácter de los pueblos que lo leen. Amaneciendo con este tema, la curiosidad de Pandora dejó escapar sobre la tierra, las enfermedades, la peste, la muerte, terremotos, volcanes, odio, rencor, sufrimiento, resentimiento, dolor, envidia, también ineptitud, vagancia y todo lo demás.

La Caja de Pandora está en nosotros. Nace en el esófago, sube por la garganta, pasa por nuestra lengua y sobrepasa los dientes; al final la palabra es echada al viento sin oposición. Así el verbo (nuestra palabra) puede ser utilizada para construir o destruir. Cuando Jesús de Nazareth, vino al mundo, abrió su boca para edificar, instruir, redargüir, o denunciar a los sátrapas de su tiempo; dictar sentencias (el juez) y quitarles la careta a los enemigos de su tiempo. Sigue...

ECONOMISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO