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- 10/11/2008 01:00
Vía crucis de pacientes I.R.C.
Debo comenzar por dar gracias a Dios porque en nuestro país contamos en forma gratuita con el tratamiento de hemodiálisis para los pacientes con insuficiencia renal crónica, que es muy costoso recibir el tratamiento de manera particular. De igual forma es meritorio reconocer que pese a que los pacientes hemos sido principalmente los impulsadores de las inversiones públicas que han realizado las autoridades administrativas y políticas del sistema de salud público, para el tratamiento de esta enfermedad, es también necesario reiterar que por la falta de planificación, administración y voluntad clínica de los médicos, de forma consistente, es mucha la respuesta pendiente para evitar una doble condena humana a los pacientes de I.R.C., ante el incremento mensual de enfermos de esta patología a nivel nacional.
Hoy estamos nuevamente de observadores en nuestras respectivas salas provinciales de tratamientos, de cómo nuestra familia se dirige a alguna parte del país a recrearse, desahogarse, disfrutar, compartir, descansar, realizar turismo interno, como cualquier otro ciudadano, por la facilidad gubernamental de los días feriados o puentes y deben dejar una parte de la familia, por no tener cupos disponibles de tratamientos en las distintas salas de tratamientos de hemodiálisis que existen en el país.
Actualmente hay 8 salas de tratamientos en el país, que permiten recibir tratamientos de hemodiálisis a algunos panameños, la mora de disponibilidad, es causada por la ausencia real de planificación y sensibilidad humana por parte de los funcionarios administrativos de salud pública, que conocen el incremento mensual de pacientes en todo el país, de esta enfermedad. Quien no padece una enfermedad con la I.R.C., difícilmente puede comprender lo que expresamos en afectación psicológica, emocional y humana al tratamiento de los pacientes que no pueden viajar junto con su familia y dentro de sus posibilidades pasar uno días distintos de esparcimiento y olvidar por un momento su enfermedad y a la vez recibir su tratamiento en otra sala de tratamiento con iguales condiciones y capacidad que su lugar de origen de tratamiento.
No es la primera vez en mis 14 años de enfermedad que expongo esta problemática social y humana, buscando resolverla, sin embargo no hemos logrado que el Defensor del Pueblo se pronuncie, investigue o nos ayude a resolver este tema, como lo hace con otros temas que no son realmente de carácter humanitario, más bien políticos, pero parece que representan algún interés personal y no de la población a la cual debe defender. Las autoridades sanitarias públicas, tienen la responsabilidad humanitaria de facilitar la disponibilidad de tratamiento en forma permanente a todos los pacientes, tenemos un país con suficiente recursos económicos, para tener este drama humano, que es otra injusticia social al pueblo.