• 26/07/2018 02:01

Los Retos del Canal de Panamá (I)

El otro reto fue la adecuación de la infraestructura para satisfacer las crecientes necesidades de la industria marítima

Desde que fue transferido a la República de Panamá el 31 de diciembre de 1999, el Canal ha enfrentado muchos retos. El primero fue monumental, pues conllevó la adecuación al nuevo marco legal; la redacción de nuevos reglamentos; cambios culturales profundos, y algo fundamental: la aceptación por la comunidad marítima internacional que los panameños estábamos preparados para administrar el Canal igual o mejor que los estadounidenses.

Irónicamente, uno de los retos que también enfrentamos fue lograr que los panameños vieran que la transferencia del Canal y de la antigua Zona del Canal, iban a beneficiar al país. Había muchos panameños que no estaban convencidos de que la salida de los estadounidenses y el desmantelamiento de las bases, fueran a beneficiar económicamente a Panamá.

Uno de los cambios más difíciles de lograr, y que a su vez más beneficios representó fue la restructuración de los peajes y tarifas para pasar de ser una agencia sin fines de lucro, a una empresa que capturara el valor de mercado que la ruta brinda a sus usuarios. Esta transformación tomó varios años, pues tuvo que planificarse e implementarse de manera muy sutil para que la industria naviera la asimilara. Como parte de estos cambios, el Canal se obligó a conocer con más profundidad el mercado y lograr una segmentación que sirviera, posteriormente, a la diferenciación de precios. Esto conllevó al desarrollo organizacional de toda la función de investigación de mercado y de inteligencia competitiva, pues no solamente había que conocer la industria naviera, sino que había que conocer las rutas con las que competía Panamá para cada segmento de mercado.

El otro reto fue la adecuación de la infraestructura para satisfacer las crecientes necesidades de la industria marítima. En esto es necesario recordar que el transporte marítimo es una derivación del comercio internacional, y en la medida en que la globalización se expandía, el transporte sufría transformaciones importantes. Una de ellas es el crecimiento en el tamaño de los buques, lo que dejaba al Canal de Panamá con pocas posibilidades de crecimiento en su tráfico y sus ingresos. El reto de ampliar el Canal fue inexorable; jamás se había hecho un proyecto de esa magnitud en Panamá, y el requisito de llevarlo a referéndum obligó al Canal a emprender un proceso de divulgación masiva, nunca visto. El proyecto fue aprobado, pero para lograrlo se tuvieron que dar concesiones importantes. La primera y más costosa fue la eliminación de la Ley 44 de 1999.

La Ley 44 del 31 de agosto de 1999 autorizaba a la ACP a establecer los límites de la cuenca hidrográfica del Canal, algo que estaba consignado en el Título Constitucional del Canal y que tenía como objetivo planificar las necesidades de agua tanto de la población como de la operación del Canal. La derogatoria de la ley estuvo impulsada por la Coordinadora Campesina contra los Embalses, que utilizó el tema como plataforma para tratar de obstaculizar el proyecto de ampliación del Canal.

Los retos subsiguientes estuvieron enmarcados en la relación contractual con el consorcio que ganó la licitación para la construcción del tercer juego de esclusas. A pesar de que el contrato se definió como un proyecto de diseño y construcción, en el que, supuestamente el contratista asumía la gran mayoría de los riesgos, la realidad demostró que con todo y que la ACP contrató y se apoyó en asesorías muy competentes tanto en administración de proyectos como lo legal, el resultado ha sido el número plural de reclamos interpuestos. En este sentido vale la pena resaltar el papel que jugó el administrador de la ACP, Jorge L. Quijano, quien se mantuvo firme y defendió los intereses del Canal y de la nación. El proyecto tuvo muchos contratiempos, pero se concluyó con apenas un 20% de demora y ya lleva más de dos años de operar de manera segura y eficiente. Queda pendiente la resolución de los múltiples reclamos a través de los canales establecidos en el contrato. Quizás, de haber tenido otro tipo de administración, en vez de haber resultado en reclamos, el contrato hubiera tenido adendas…

La culminación del proyecto de ampliación del Canal y el inicio de operaciones de la nueva esclusa se da en un momento de cambios en el comercio internacional. Cambios que se originaron con la crisis financiera de 2009, pero que afectaron el valor de la ruta por Panamá, principalmente por la caída en el precio del petróleo. El resultado ha sido que, aunque haya crecido el volumen de tráfico, la proyección de ingresos no se ha materializado. Esto nos lleva a otro reto que debe enfrentar el Canal: cumplir con las expectativas de aportes al Tesoro Nacional, lo que ha generado presiones por parte del gobierno y de la Asamblea Nacional al momento de presentar su presupuesto.

Los panameños debemos comprender que el Canal, al igual que los servicios financieros y no financieros que exportamos, dependen de factores externos y de lo que hacen nuestros competidores. No estamos solos en el mercado, los nuevos retos que enfrentamos los panameños ya no son mangos bajitos; la globalización nos obliga a diseñar estrategias y contar con herramientas tecnológicas de primer mundo si es que queremos mejorar el crecimiento económico y lograr el desarrollo que exige nuestra población. (Lea mañana la Parte final).

CONSULTOR EN LOGÍSTICA

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