• 01/08/2023 00:00

La indolencia que vivimos, y se llama cerro Patacón

“¿Por qué no repetir el exitoso ejemplo ya vivido en Costa del Este? ¿Por qué la insistencia de repetir fracasos que solo han logrado eternizar el problema? ¿Por qué tanta indolencia proveniente de las autoridades?”

La evolución de la sociedad humana nos ha llevado a buscar métodos más efectivos en el tratamiento de los desechos orgánicos e inorgánicos que producimos como consecuencia de nuestra actividad diaria. La generación de desperdicios en las grandes ciudades era en el pasado un problema al que pocos se atrevían a afrontar; sin embargo, poco a poco y a base de decisiones irreversibles, pragmáticas, todas ellas audaces, ingeniosas y valientes se ha venido resolviendo con resultados positivos, de los que somos testigos quienes hemos tenido el privilegio de vivir o visitar las sociedades en donde se ha tomado con seriedad el problema irresoluto en estas latitudes.

Países como Suiza, Bélgica, Alemania, Países Bajos, Austria e Israel, que literalmente estaban sumergidos en montañas de basurales, emprendieron una transformación decisiva en sus políticas de tratamiento de los desechos y hoy lideran al mundo en este rubro, convirtiéndose en ejemplo para las demás sociedades que aún están en pañales, por negarse a afrontar con seriedad y decisión el citado problema. Para ejemplo, tan solo uno de los variados que existen: Hiriyá, el antiguo basurero de Tel Aviv, ciudad con una población metropolitana de 1.5 millones de personas -similar a la de ciudad de Panamá– fue transformado en un gran parque nacional, que incluye un centro de tratamiento para los gases que emanan de la descomposición de los residuos enterrados, a la vez de haberse construido senderos para ciclistas, trotadores junto a campos verdes para el disfrute de las familias, todo ello sin olvidar la rehabilitación de dos arroyos circundantes al mismo.

En nuestro caso, tenemos el precedente más que positivo con el antiguo basurero en lo que hoy es Costa del Este, convertido, gracias al empuje del sector privado, en uno de los vecindarios con mejor diseño urbano de la ciudad. Afortunadamente, existe abundante literatura sobre lo actuado desde 1993 y hoy, en un viaje de tan solo cinco minutos, podemos disfrutar de los excelentes resultados del que todos nos hemos visto beneficiados.

Sin embargo, tampoco hace falta viajar muy lejos, menos usar la imaginación, para poder contemplar, literalmente, montañas de basura a las que el reiterado fracaso de políticas gubernamentales o municipales han permitido erigirse como un monumento a la indolencia, a la indiferencia, a la complicidad y, por supuesto, al negocio del que algunos pocos privilegiados disfrutan, eternizándonos el problema a quienes tenemos el derecho de vivir en una ciudad limpia y provista de personal de limpieza idóneamente entrenado para ser parte de una cadena de tratamiento de desechos y de una vez por todas terminar con la contaminación ambiental que padecemos.

Sí. En ciudad de Panamá, urbe en algunos rubros futurista que se ubica a la vanguardia de sus similares en la región, tenemos una vergüenza llamada cerro Patacón, que día a día nos recuerda que la labor no ha sido siquiera tomada en serio por quienes se han venido llenando la boca prometiendo en campañas electorales la pronta puesta en escena de soluciones.

No hace falta inventar lo que ya ha sido inventado. Menos ponerse a improvisar modelos que ya hemos probado. Tan solo hace falta repetir el éxito pasado, que las autoridades que han demostrado con creces su incompetencia se hagan a un lado y entregarle la concesión del tratado de la basura a empresarios que estén dispuestos a invertir en un proyecto que abarque desde la misma recolección de la basura hasta su tratamiento en plantas especializadas que ya existen en el mundo y que tan solo hay que reproducirlas en Panamá.

El reciclado de la basura no es el futuro, es el presente. Es nuestra solución. Es un reto que no es un gasto, es una inversión a favor de nosotros mismos y de las generaciones futuras de panameños. ¿Por qué no repetir el exitoso ejemplo ya vivido en Costa del Este? ¿Por qué la insistencia de repetir fracasos que solo han logrado eternizar el problema? ¿Por qué tanta indolencia proveniente de las autoridades? ¿Por qué extender la incompetencia y negarse a dejarle el trabajo a verdaderos expertos en la materia? Sinceramente, no tengo las respuestas a estas preguntas. Por favor, si alguien las tiene, que responda.

Graduado en Educación e Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
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