• 25/06/2009 02:00

¿Aún podemos innovar en educación?

Aún cuando los resultados de la escuela panameña no es materia que gana titulares en los medios ni primeros lugares en las encuestas sob...

Aún cuando los resultados de la escuela panameña no es materia que gana titulares en los medios ni primeros lugares en las encuestas sobre los problemas que más afectan a la población, muchos coincidimos en que el tema de los aprendizajes de nuestra niñez y juventud es un asunto que debe alertarnos sobre el futuro del país.

El cambio educativo en Panamá ha pasado por múltiples experimentos. Hubo un tiempo en que se consideró que el único futuro deseable y posible era una reforma estructural de la educación. La historia da cuenta de la manera como fue derogada esta reforma, de un solo plumazo, sin permitírsele una evaluación objetiva que orientara el aprovechamiento de lo mejor de sus procesos y resultados. Muchos de los que cuestionaron la reforma, plantearon como alternativa única la vuelta a las bases jurídicas de la educación panameña, considerada el referente de la filosofía, fines y programas de la educación, que ofrecía seguridad y estabilidad al sistema y a sus actores. La realidad se encargó de demostrar la inviabilidad de este proyecto frente a una sociedad cambiante y un conocimiento científico y tecnológico en constante mutación.

La época de la estrategia modernizadora y de los diálogos por la educación significó igualmente, en años recientes, esperanzas en sectores importantes de la sociedad para superar los déficits educativos y poner al día los aprendizajes en Panamá. Con las fortalezas reconocidas en este abordaje, la falta de continuidad en las políticas educativas y las debilidades en la gobernabilidad del sector, han impedido alcanzar las metas propuestas.

Ante los inconvenientes que ha tenido impulsar un proyecto integral transformador de la educación conviene preguntarse, si no es prudente pensar en innovaciones parciales y progresivas que bien estudiadas, respondan en lo esencial a las demandas de la educación nacional y a una forma diferente, moderna y efectiva de aprender.

Dos tendencias de reconocida efectividad se han desarrollado durante los últimos años en algunos países que muestran logros educativos importantes. Una orientada a innovar directamente en el centro educativo, considerado el espacio por excelencia de los aprendizajes escolares, donde intervienen los actores principales que hacen posible la magia de aprender: el estudiante, el docente y la familia. La otra, que guarda relación con innovaciones específicas en un área del saber, que pueden tener efecto desencadenante en el desarrollo de habilidades y destrezas intelectuales que sirven a otras disciplinas (aprender a aprender).

En este sentido, deseo situarme en la experiencia de un proyecto nacional que cada vez gana más terreno en los procesos de cambio de conceptos, esquemas y procesos de aprendizaje: Hagamos Ciencia. Este proyecto ya es compartido por más de 150 escuelas primarias del país y beneficia a unos 100 mil niños y niñas desde el preescolar hasta el séptimo grado. Está enfocado a mejorar la calidad de la enseñanza de las ciencias, tomando como base un principio moderno de aprendizaje que sostiene que para aprender ciencias hay que desarrollar “indagación científica”. Esto es, aprender ciencia haciendo ciencia.

El enfoque implica que en el salón de clases se estimula no tanto la acumulación mecánica de la información, sino la creatividad y la curiosidad, mediante la búsqueda de respuestas a preguntas que el propio estudiante se formula bajo la guía de sus docentes. Ello contribuye a generar el conocimiento científico, la comprensión de la naturaleza de las ciencias y la práctica en la interpretación de evidencias. Una oportuna y efectiva capacitación del personal docente para cumplir esta misión, es parte del modelo propuesto. Es, a todas luces, una forma diferente y novedosa de aprender en un mundo donde el conocimiento científico es valorado como pilar esencial del desarrollo y donde la información se crea y difunde a gran velocidad. Este hecho exige a las personas disponer de las competencias para buscar, organizar y aplicar la información a las nuevas situaciones que se le presenten. Para la escuela y sus docentes representan un desafío sustancial en la concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Hagamos Ciencia es una innovación panameña impulsada por la SENACYT y sustentada en las mejores prácticas de las academias de ciencias de países con alto nivel de desarrollo humano. Es un modelo que está en vías de pasar la fase de pilotaje, para situarse en un nicho que le provea sostenibilidad en su expansión y maduración, indispensables en la obtención de resultados en el mediano y largo plazo. Como todo proyecto educativo está sujeto a ser perfeccionado continuamente y así demostrar que también somos capaces de construir un modelo de escuela innovadora para una nueva sociedad.

-El autor es profesor y vicerrector de UDELAS.jbbernal@cwpanama.net

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