• 16/12/2011 01:00

Invasión cultural

La época de Navidad me recuerda con mayor vehemencia cómo los panameños hemos venido borrando nuestras costumbres ancestrales, tan hermo...

La época de Navidad me recuerda con mayor vehemencia cómo los panameños hemos venido borrando nuestras costumbres ancestrales, tan hermosas; tan castizas; reemplazándolas por costumbres de orígenes germánicos y anglosajones muy ajenas a nuestra cultura. Es un proceso de invasión cultural intensificado por la globalización y las técnicas avanzadas de publicidad y mercadeo que estimulan consumismo en todas sus facetas.

Hoy celebramos: Halloween, Thanksgiving, Father’s Day, St. Patrick’s Day, Saint Valentine, Black Friday, ¿me quedo corto?

Desalentador la celebración de Pascuas de Natividad. Hemos olvidado al Niño Dios, pocos hogares construyen Pesebres, no se celebra el Día de Reyes; casi solo existen en las memorias de las personas mayores; reemplazados por el ‘Arbolito de Navidad’ y Santa Claus; ni siquiera San Nicolás. ¡Qué lastima!

¿Cuántos conocen el origen del ‘Arbolito de Navidad’?, ¿de Santa Claus? ¿Saben que carecen de bases religiosas?

El ‘Arbolito de Navidad’ procede de una costumbre de las tribus germánicas, quienes en lo más recóndito de los bosques donde vivían escogían un árbol para rendirles tributos a sus dioses paganos, lo adornaban y le realizaban ofrendas. Al ser conquistados por los romanos y a su eventual conversión al Cristianismo, mantuvieron la costumbre de adornar el árbol, pero esta vez relacionándolo a su nueva creencia. Con los siglos la comunidad cristiana lo asoció con la Natividad, como hoy lo hacemos.

El personaje de San Nicolás, santo varón de particular cariño por los niños a quienes daba regalos, existe en la tradición italiana (San Nicolás de Bari), alemana y holandesa, de donde procede el nombre Santa Klaus, y son los personajes históricos de los cuales se basa la leyenda del personaje moderno. El Santa Claus que conocemos, el viejito regordete, de mejillas encendidas, cabellera blanca, que vive en el Polo Norte y deposita los juguetes en Nochebuena, deslizándose por los aires en trineo tirado por renos, ni siquiera es santo, es producto de un poeta estadounidense, un caricaturista y luego de la empresa Coca Cola.

En 1823, se publica en EE.UU un poema bajo el título de ‘A Visit From Saint Nicholas’, (‘Una visita de san Nicolás’), hoy extremadamente popular y conocido como ‘Twas the nigth before Christmas’ (‘Era la noche antes de Navidad’). El poema por primera vez describe las características del Santa moderno, su residencia en el Polo Norte y el método de distribución de regalos en Nochebuena.

Más tarde un caricaturista político, Thomas Nast, crea gráficamente el personaje que conocemos. Más adelante, la empresa Coca Cola adopta la imagen de Santa Claus y se le puede atribuir la responsabilidad de su popularidad mundial.

La bebida Coca Cola fue creada en Atlanta, a finales del Siglo XIX, como un remedio para la náusea, dolores de cabeza y la sed. Con los años la bebida dejó de ser un remedio vendido en farmacias, aumentó su distribución a nivel nacional, luego internacional y se convirtió en la bebida que conocemos hoy. En los años 1930, uno de sus nuevos dueños escoge el personaje de Santa Claus, perfecciona su imagen y lo utiliza como personaje clave de una estrategia de ventas para convertir la Coca Cola en una bebida popular de los adolescentes; su uso fue clave del éxito de la campaña que es ejemplo clásico en las clases universitarias de publicidad y mercadeo. Basta ver las publicidades de la Coca Cola en Navidad para corroborar mis comentarios.

Ni el ‘Arbolito de Navidad’, ni Santa tienen raíces religiosas. Tampoco pertenecen a nuestra cultura. Los hemos adoptado como resultado de la invasión cultural que cambia nuestras creencias y hábitos.

¿No sería más a tono con nuestras creencias y costumbres regresar al Niño Dios y los pesebres?

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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