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- 06/02/2021 00:00
IVM: ¿pensiones o piñata?
El primer sistema de pensiones estableció la edad de jubilación en 70 años, hace más de un siglo, en 1889. Creado en Alemania por Otto von Bismarck, tenía como motivación principal ofrecer un estipendio digno a las personas que por edad o por invalidez, no pudieran generar ingresos.
En aquella época, el emperador Guillermo I escribió una carta al Parlamento alemán diciendo “… those who are disabled from work by age and invalidity have a well-grounded claim to care from the state” (“los que por razón de invalidez o vejez estén inhabilitados para trabajar, tienen un derecho legítimo a ser apoyados por el Estado”).
Vemos aquí cuatro grandes ingredientes de su conceptualización verdadera. Cualquier otro diseño se aleja de lo que esencialmente es un sistema de protección social.
Lo primero es que se crea hace casi 150 años, con una edad de jubilación mucho más alta a la que actualmente tiene Panamá. Lo segundo es que está dirigido a personas que por invalidez o por vejez no puedan generar ingresos. Lo tercero es que la pensión es un beneficio de “apoyo” social y de allí el nombre de Seguro Social. Una pensión de $5000 al mes, como la tienen algunos en Panamá, no tiene nada que ver con un asunto social. Lo cuarto es que se le atribuye una responsabilidad al Estado por el cuidado de la dignidad económica de sus ciudadanos.
Si vemos el problema desde este prisma, quizás podamos empezar a diseñar soluciones que sean más realistas, justas, sostenibles y adheridas al origen filosófico de lo que debe ser un sistema de protección social. Si tratamos de resolver un problema, partiendo de un objetivo o definición equivocada, es 100 % seguro que arribaremos a una solución errónea.
La pensión de IVM debe proteger al que no pueda trabajar y por tanto, no pueda generar ingresos. Aquí entra en juego otra nueva realidad, muy distinta a la que vivían en Alemania en 1889 o en Estados Unidos en 1935. La capacidad de generar ingresos para una persona en una economía predominantemente de servicios como la panameña, a diferencia de una mayoritariamente agraria e industrial como la alemana del siglo XIX, no depende tanto de las manos o de la fuerza, sino de la inteligencia y de las computadoras.
Entonces el diseño debe producir un mecanismo que no trate a todos los trabajadores de la misma manera. No es lo mismo un obrero de la construcción, un personal de la Autoridad de Aseo, o un trabajador de las bananeras, que un ejecutivo bancario, un abogado o un operador portuario. Es lógico pensar que un albañil de 65 años no rinde igual que uno de 22. Pero la capacidad de generar negocios de un banquero no es menor a los 65 que a los 20.
Concretamente. La edad de jubilación debe estar relacionada a la actividad laboral dentro de la cual se ejerció la vida productiva. Por ejemplo, un obrero a los 62. Un banquero a los 67. Es lo justo. Aunque, podrían haber circunstancias especiales, como enfermedades degenerativas o condiciones crónicas que hagan excepciones a esta regla.
En cuanto a que la seguridad social, debe jugar un papel de red de protección social y que el Estado está llamado a cuidar por la dignidad económica de sus ciudadanos, pienso que el sistema se debe sostener con cuotas del trabajador y del empleador, pero también con impuestos en orden progresivo.
De manera específica, sugiero un diseño como a continuación se describe:
Pensión asistencial: una pensión asistencial mínima para todos los panameños, por ejemplo, a partir de los 62 años, que podría ser equivalente a un porcentaje del salario mínimo y que sea financiada por impuestos;
Pensión de vejez: luego de un primer nivel asistencial, una pensión por vejez que iniciaría 3 o 6 años después (dependiendo de la actividad laboral) y que sería financiado por las cuotas obrero patronales. Como ya se tiene una base de nivel asistencial, esta pensión con cargo a la CSS solo cubriría la diferencia, con lo cual la carga financiera para el fondo de IVM sería significativamente menor;
Pensión Complementaria: por último, un nivel de pensión adicional que estaría directamente relacionada al ahorro del trabajador, de manera que el que desee una pensión que sustituya la mayor parte de su último salario, lo haga con el esfuerzo propio y no con cargo a otras generaciones u otros individuos, como lo es el reparto de hoy.
No soy actuario y tampoco tengo las bases de datos ni la información financiera para poder hacer las estimaciones sobre un sistema como este. Solo aspiro a dar una pequeña contribución de ideas frescas a lo que siento es el problema más grande al que nos enfrentamos como país, incluso peor que la COVID-19.
Corrijamos el rumbo. Ya casi no nos queda tiempo para evitar el barranco.