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Las relaciones comerciales entre China y Panamá tienen un amplio recorrido histórico que se remonta al período colonial y que cuenta con un importante capítulo cuando los obreros de ese país vinieron durante el siglo XIX. Primero el ferrocarril y luego el canal, hicieron que los contactos permanecieran hasta la suscripción de lazos diplomáticos en 1911.
Este protocolo llegó a 1949, cuando la guerra civil dividió al gigantesco país. El Partido Comunista dominó la región continental y el gobierno nacionalista se estableció en la isla de Taiwán. Panamá inició vínculos diplomáticos con este último, que se extendieron hasta 2017, cuando decidió establecer nexos oficiales con la República Popular China y dar inicio a amplios programas comerciales, que históricamente ya existían.
Un intenso intercambio económico tiene lugar entre los dos países, lo que incluso ha planteado la creación de un sistema ferroviario de alta velocidad que circularía a lo largo del territorio panameño. Según las estadísticas, la importación de materias y servicios procedentes de China es creciente. Los datos de organismos internacionales establecen que en 2022 las importaciones desde China estaban por el orden de 11 mil 200 millones de dólares. Esta información resalta que solo Estados Unidos, Hong Kong y Japón tenían un movimiento de importación más alto que el de Panamá. Además, hay que puntualizar, según estas fuentes, que “[d]urante los últimos 5 años las exportaciones de China a Panamá han tenido un incremento a una tasa anualizada de 80,3 %”. En su mayoría vienen desde esa nación oriental al mercado panameño: petróleo refinado, barcos de pasajeros y carga, calzados de goma, teléfonos y piezas de maquinaria.
Todo esto es un panorama envidiable, siempre y cuando Panamá se puede beneficiar con exportaciones al gigante mercado chino, según las posibilidades y agilidad de la débil industria y el agro panameños, que requieren modificar estructuralmente sus técnicas y metodología. Pero ¿es siempre tan halagüeño ese tránsito de mercaderías hacia el istmo panameño? Se sabe que, en la historia de las relaciones, todo no ha ido tan floreciente como pinta. A pesar de que Panamá sostenía lazos diplomáticos con China Nacionalista, el comercio con la República Popular China era muy fluido y en ocasiones lo que llegaba no era tan aceptable. Algunos hechos recientes recuerdan el lado negativo de tales contactos.
Hace poco, las autoridades nacionales incautaron un cargamento de monedas falsas de un balboa; además, se detuvo un contenedor con arroz adulterado y con marcas supuestamente locales. Cada cierto tiempo se logra descubrir bultos con cigarrillos de marcas desconocidas que se incrustan en el mercado informal. Son solo algunos de los casos que logran llegar a la superficie del intercambio entre ambos países.
Un diario de la localidad informaba sobre el asunto y resaltaba que: “[e]n los últimos años se ha denunciado el contrabando y falsificación de ropa, cigarrillos, calzados y otros productos provenientes de China”. Lo preocupante es que, por lo general, estas especies son descubiertas ya en el interior del país y en muchos casos, logran insertarse en el comercio para el perjuicio de compradores y en desmedro de Aduana e Ingresos.
Hay otras implicaciones que se concretan en la cantidad de mercadería falsificada de marcas famosas internacionales y que viene con el membrete “Made in China”. Suele reembarcarse subrepticiamente hacia Suramérica donde abunda tal “fayuca” en los mercados de contrabando.
Otro diario nacional resalta la presencia ilegal de: “Un total de 26 cajas que contenían pequeñas latas del reconocido ungüento Vick Vaporub, presuntamente adulteradas, fueron halladas en un contenedor inspeccionado en un puerto del Pacífico panameño”. Es impostergable que este negocio ilícito sea detectado, no acá, sino en los sitios de embarque y se evite su salida hacia Panamá.
La lógica indica que el comercio mutuo es altamente rentable; por eso, hay que afianzar instrumentos y estrategias firmes y eficientes para detener el contrabando y los delitos colaterales.