En medio de la tensión social provocada por la entrada en vigor de la Ley No. 462, los gremios magisteriales sostuvieron este viernes 13 de junio un primer...

- 11/06/2025 23:00
Para las comunidades que sufren por la falta absoluta o las constantes interrupciones del suministro de agua, las explicaciones para justificarlas, por tan poco convincentes, cada día son menos creíbles o sirven para muy poco.
Como se recordará, entre las prioridades marcadas con mayor énfasis por el autoproclamado gobierno de los pasos firmes estuvo el anuncio de soluciones permanentes para garantizar el suministro ininterrumpido de agua potable a todo el país. El anuncio se hizo durante una muy publicitada visita del señor Mulino al Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales, Idaan, en la que, entre otras cosas, dijo que le había dado instrucciones precisas a su nuevo director para que no le temblara la mano para limpiar la casa de todos los responsables internos del desbarajuste de la institución.
A punto de celebrar su primer cumpleaños, como comprobamos, pero también sufrimos casi a diario, el gobierno nada tiene de qué congratularse o acreditarse como solución a los principales problemas que prometió resolver, entre los que tiene especial relevancia la sempiterna crisis del agua.
En una época, para justificar las escaseces, se le echó la culpa a la falta de lluvias; en otra, ha sido achacada a fallas eléctricas y, últimamente, a frecuentes daños de bombas y de motores. Como ha sido el último caso, donde se ha dicho que ha sido necesario desmontar o desarmar dos en sucesión casi inmediata en la planta de Chilibre.
En todos esos casos, que evidencian imprevisión y falta de programas básicos de mantenimiento, después de horas o días el servicio se ha restituido, pero nada es comparable con la auténtica tragedia que se vive en la región de Azuero que, por sus connotaciones, solo puede calificarse de suma incompetencia, de la que, para ser justos la principal responsabilidad no es del Idaan, que no puede potabilizar el agua porque los ríos que son las fuentes que deben suministrarla están contaminados por los excrementos de decenas de porquerizas que, por años, y ante la indolencia culpable de los ministerios de Desarrollo Agropecuario y de Ambiente, han operado sin los más elementales controles sanitarios.
Ante una tragedia sanitaria de esa magnitud, que amenaza a más de 100.000 personas y que se viene incubando por años, lo que presenciamos y sufrimos, después de once meses de gobierno, fue la patética comparecencia de los titulares de los ministerios de Salud, de Desarrollo Agropecuario y de Ambiente. En ella, antes que explicaciones medianamente razonables, solo dejaron muestras de incompetencia, sazonadas con amenazas fuera de lugar contra los porcicultores. Si algo queda claro es que el gobierno necesita nuevas figuras capaces de asumir las responsabilidades ministeriales.
Tradicional es ya en Panamá que cada nuevo gobierno, antes de asumir el poder o durante una buena parte de sus primeras etapas, invierta considerables energías en achacarle culpas a los precedentes, a las que agregan anuncios de denuncias para demandar investigaciones “a fondo y hasta las últimas consecuencias”. También ha sido frecuente que las más de las veces queden en “ruido de hojarasca”.
Pronto a cumplir su primer año de gestión, el presidente ha informado que sus denuncias suman dos o más centenares. La más reciente y que por su monto ha captado la atención pública es la referente a la construcción del cuarto puente sobre el canal que, se dice, ya ha causado una lesión patrimonial estimada en $1.800 millones.
Una nota de prensa que dio cuenta de la denuncia presidencial, cuando se refirió al costo final estimado del puente, lo cifró en una suma redondeada de $2.200 millones. Si se compara esta con la denunciada como “malbaratada”, es evidente que hay alguna inconsistencia insostenible, por cuanto la diferencia entre ambas es de $400 millones, que vendría a ser el costo original de la obra.
La mejor manera de aclarar el misterio es que, tanto el gobierno actual como los representantes del anterior, publiquen, el primero, el texto completo de la denuncia, y el segundo, sus explicaciones. Así, el país, cuya inmensa mayoría sabe sumar y restar, haga sus propias deducciones.