• 12/10/2011 02:00

Luto en los árboles de Esplá

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.. I gnacio Esplá mostró 16 cuadros en su última exposición en la galería Habitante en febrero. En al...

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

I gnacio Esplá mostró 16 cuadros en su última exposición en la galería Habitante en febrero. En algunos, había árboles arqueados, como si desafiaran la fuerza del viento, la brisa marina o retorciéndose bajo el calor y la luminosidad del trópico. Al fondo de la sala, había un amplio marco, con una especie de cortina de troncos alineados que reflejaban los contrastes, típicos de la personalidad artística del pintor.

Hace unos días, Esplá, de origen zaragozano y que vivió los últimos 30 años en Panamá, murió por problemas cardíacos que no pudo superar. Su desaparición física deja el legado de su obra que, a pesar de tener un origen técnico con la sólida formación del artista en la península ibérica, consolidó un referente local en la viva naturaleza de la que extrajo abstracción y realidad para conjugarlas en los matices de sus creaciones.

Cuando llegó a Panamá, traía una enseñanza pictórica que tuvo inicio en su ciudad natal, camino intermedio entre Madrid y Barcelona y que dos siglos antes fuera la cuna de Goya. Aquí hizo sus primeros estudios de arte y luego los concluyó en la capital catalana, donde se especializó en la Escuela Superior de Bellas Artes; también en ese ambiente se instruyó en muralismo para consolidar su preparación básica.

En esa ciudad hizo su primera exposición y luego recorrió diferentes escenarios para darle una mayor proyección a su trabajo. A Panamá vino, luego de un viaje a Colombia, porque se quedó inmerso en el contraste de color, el rumor marino y el brillo de la arena polícroma. Una vez se lo comentó a Antonio Caño, ‘no creo ser capaz en Europa de imaginar esta acumulación de formas que aquí tengo con solo asomarme a la ventana’.

Sus primeros materiales acá fueron marcados por el abstraccionismo. No gustaba en esa época de mostrar nada particular; solo formas pictóricas para jugar con el subconsciente de los espectadores. ‘Intento quitar todo lo que resulte superfluo, para quedarme únicamente con los elementos esenciales para mis obras’, decía a menudo cuando se refería a su arte.

Luego vinieron los árboles sugeridos que pasaron de ser desdibujados, solo como manchas hasta una mayor concreción, como se podía ver en sus últimas exposiciones en Mateo Sariel y la antes comentada en Habitante. Le conocí en esta última etapa de transición y pudimos intercambiar algunos conceptos sobre su enfoque de los temas que le inspiraban, pues me llamaba la atención su tendencia hacia el ámbito forestal.

En alguna ocasión me correspondió diseñar un cartel que debía utilizar árboles como idea principal y le pedí el apoyo. Me invitó a su casa en El Cangrejo para que escogiera uno de los cuadros, que se utilizó después en el afiche.

Al observar de cerca a los cuadros de Esplá, se tiene ante sí un meticuloso ejercicio de composición donde el árbol se manifiesta a veces como una simple expresión de sensaciones no concretas, que dan pie para que las condiciones circunstanciales ubiquen al sujeto organizado por el pincel. El rumor del viento, el deshojamiento, la resequedad, la oscuridad nocturna, el brillo de la playa y hasta la salinidad marina.

Esplá brindó una creciente presencia figurativa a sus árboles, pero con un sentido cada vez más dramático. Esas condiciones ambientales torcían los troncos; halaban las lianas o se las envolvían. El brillo marino y las sombras creaban contrastes como pecas cromáticas que dieron singularidad a su producto artístico, que nos queda como un aporte cultural de quien plasmó en sus lienzos mucho de nuestro acervo natural y espiritual.

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